Con esta entrada comienzo a incluir diversos textos míos ya aparecidos en otros medios; si bien aprovecho ahora para recuperar las versiones íntegras, que en su momento se extractaron por cuestiones de espacio en las publicaciones de origen, o rescatar trabajos que sufrieron una distribución más o menos limitada. Este artículo que os presento hoy se publicó en el nº 19 de Revista de Cine (Asociación Cultural UNED, Soria, 2012), magnífica publicación anual que hace las veces de catálogo del Cine-Club de la Universidad de Educación a Distancia ubicado en la ciudad de Soria y que coordina Carmelo García Sánchez.
TAKE SHELTER
La tormenta interior
Con Take shelter salta
de nuevo a la palestra el calificativo de “cine independiente”, denominación
que muchos se apresuran a esgrimir como si esta etiqueta, por sí misma, dejase
bien claro que nos hallamos ante una película minoritaria y, por lo tanto,
inquieta, de calidad, con mensaje, cuya presunta complejidad la hace más apta
para mentes exquisitas y cultivadas que para el vociferante gran público. La
cuestión es que el cine independiente actual, lejos de suponer un trabajo
facturado bajo humildes condiciones de producción y dificultades mil, con
actores amateurs y acabado tosco, se
estrena en flamantes copias previa masiva campaña publicitaria, deseando
convertirse en el sleeper de la
temporada. Es decir, alcanzar el mayor número de espectadores (también los
vociferantes) y situarse en las puertas de Hollywood dispuestos a rodar esta
vez bajo el manto protector de una gran compañía.
Take shelter, con su apariencia
“independiente” y un argumento que desgrana, con cierta crudeza, las
incidencias poco tranquilizadoras de un guión sugestivo y muy bien construido,
podría pasar sin problemas por una producción hollywoodiense perfectamente
pulida. Aun así, Jeff Nichols (Little Rock, Arkansas, 1978), realizador del
film, defiende su autonomía/integridad frente a un eventual fichaje de las majors: «Siempre he pensado que todo tiene
que estar al servicio de la historia. Me encantaría trabajar con los medios que
poseen los grandes estudios pero tengo que estar convencido de que la historia vale
la pena. Si no, prefiero seguir trabajando por mi cuenta: así me siento más
seguro» (1).
La acrisolada perfección de sus imágenes, la excelencia de los actores, la
inteligente dosificación de instantes perturbadores, el ritmo desafiantemente lento
pero tenso… son elementos que la distinguen, para bien, de otros títulos más
pretenciosos que por venir firmados por autores no estadounidenses se elevan a
los altares.
Además, la película incluye en su
discurrir algunas segundas lecturas que trascienden el mero espectáculo visual
(brillante, por cierto) con el que su realizador arropa la inquietante
historia: Curtis (magnífico Michael Shannon), un hombre común, casado y con una
hija sordomuda, empleado manual en extracciones petrolíferas e integrado en su
convencional pero pulcra barriada de trabajadores, comienza a experimentar
síntomas más bien alarmantes concretados en angustiosos sueños nocturnos y
extrañas visiones diurnas: lejanas tormentas en el horizonte, formaciones
nubosas amenazantes, lluvia oleaginosa… No obstante la ambivalencia está
presente: pueden ser alucinaciones provocadas por una naciente esquizofrenia
paranoide, como la que llevó a su madre a un asilo psiquiátrico años atrás, o,
por el contrario, premoniciones de algo horrible, inconcreto pero devastador
que se avecina. En tal caso, nuestro hombre sería un elegido, dotado de la
capacidad de ver el futuro y, por lo tanto, sometido a una responsabilidad
suprema: avisar a la comunidad, ponerla en guardia ante lo que podría ser la
antesala del apocalipsis. Como todo antihéroe que se precie, su actitud provoca
en el entorno recelo, pánico y rabia, incluso violencia. Curtis atraviesa ese
calvario bajo sus propios miedos e incertidumbres, y afrontando la más absoluta
incomprensión de sus allegados. El propio director del film ofrece algunas
claves al afirmar que su película, de manera metafórica, «refleja el
temor y la ansiedad social. Si preguntas por ahí, es asombroso cuánta gente te
dirá que queda poco para el fin del mundo» (2). «Obviamente tenía muy presente el
tema de la crisis cuando escribí el guion de la película. Acababa de casarme,
mi primera película había ido muy bien
y me sentía un hombre feliz. Sin embargo, por primera vez en mi vida tenía algo
que perder y aquello empezó a causarme una ansiedad terrible. Empecé a recordar
cuando era niño y la angustia de crecer en un sitio donde los tornados marcaban
la agenda, ya que en realidad no sabíamos cuándo iban a golpearnos. Todo
aquello se metió en mi cabeza y de allí nació Take shelter» (3).
Es decir, que Jeff Nichols, bajo los ropajes de un thriller de misterio con elementos
fantástico-terroríficos, expresa las inquietudes que en un momento de su vida
le atenazan, extrapolándolas con habilidad al resto de espectadores. Todos nos
hallamos sumergidos en tiempos de incertidumbre, en zozobras globales que
golpean a la actual sociedad, empezando por el hundimiento económico, la
inestabilidad laboral, el desgaste social… Su personaje protagonista encarna un
ser sufriente que se debate con angustia ante todos esos miedos, que son los
miedos de la colectividad. Nichols plasma esos terrores sociales e íntimos en
forma de imprecisas pero alucinantes tormentas, un tropo visual sumamente
poderoso que el cineasta explica de manera muy gráfica:
«A
principios de año en Arkansas hubo una epidemia de tornados. Hace pocos días
hubo otra tanda devastadora en Kentucky
acompañada de tormentas tan brutales que no tienen parangón en los registros.
El año pasado tuvimos dos huracanes terribles, por no hablar de lo que pasó en
Japón. Eso es lo más horrible: no puedes negociar con la naturaleza, no puedes
frenarla, ni pedirle que pare, es un ente tan gigantesco que puede borrarte de
un plumazo, como si nunca hubieras existido» (4).
Take shelter, cuya traducción literal sería
“tomar refugio”, habla de nuestra indefensión frente a las tormentas que
destruyen las estructuras sociales, y de la necesidad de protegerse, con
(visionaria) antelación, contra los devastadores efectos causados por cataclismos
como el que la actual crisis económica provoca en todos los niveles de nuestra
sociedad. Para ello, el cineasta pone a nuestra disposición un turbador relato
en el que mediante un microcosmos concreto (el barrio residencial, la familia,
el trabajo, los amigos) condensa una totalidad de hechos que nos atenazan a
todos. No obstante, la película juega con la baza de la ambigüedad, la
mencionada ambivalencia del personaje central (“enfermedad mental” contra
“capacidad prodigiosa de ver el futuro”), con objeto de dotar de suspense la
historia y acercarla, mediante los mecanismos del cine fantástico, a la
sensibilidad comercial del espectador. De este modo suscita el debate y la
controversia en el respetable público, que no asiste indiferente a las
peripecias. Merece, por lo tanto, la pena, sumergirse en el apasionante enigma
que plantea Take shelter con no poca
maestría, pues provoca inquietud, extrañeza, curiosidad, desazón y una cierta
catarsis, entre la pesadumbre y la liberación; en general sensaciones poco
habituales en el último cine USA, a partir de un ritmo y un tono sosegados que
calan hondo en nuestro ánimo. Take
shelter nos dice, también, que poco a poco, sin darnos cuenta, el miedo se
ha instalado en nuestras vidas, bajo una fina capa de falsa estabilidad cuyo
tejido se resquebraja. Es entonces cuando vemos, en lontananza, que la oscuridad
y la tormenta siempre han estado ahí.
Notas
1.- Toni García: declaraciones de Jeff Nichols en El apocalipsis perfecto, publicado en
www.cultura.elpais.com (5 de abril de 2012).
2.- Juan Sardá: declaraciones de Jeff Nichols en Jeff Nichols: “La palabra apocalipsis nos
parece más cercana que nunca”, publicado en www.elcultural.es (9 de marzo
de 2012).
3.- Op. Cit. nº 2
4.- Op. Cit. nº 2
TAKE SHELTER (Take
Shelter, 2011)
EE.UU.
120 minutos
D: Jeff Nichols. P: Tyler
Davidson y Sophia Lin para Strange Matter Films. G: Jeff Nichols. F: Adam Stone. M: David Wingo. Mo:
Parke Gregg. Dis.
prod.: Chad Keith.
CAST: Michael Shannon (Curtis), Jessica Chastain (Samantha), Tova Stewart (Hannah), Shea Whigham (Dewart), Katy Mixon (Nat), Natasha Randall (Cammie), Ron Kennard (Russell), Scott Knisley (Lewis), Robert Longstreet (Jim).
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