domingo, 3 de febrero de 2013

CONTRA EL TIEMPO

Me ha resultado interesante este documental que firma José Manuel Serrano Cueto. Además, entre los libros que se muestran a lo largo del metraje, observo con orgullo que surgen diversas páginas de la Antología del cine fantástico español que edité en el otoño de 2002. Así mismo, el propio Serrano Cueto colaboró con varios textos en mi posterior Antología del cine fantástico italiano. Por lo tanto, me complace reseñar aquí esta película que contra viento y marea ha dirigido bajo modestas condiciones de producción y con la que, pese a las mil dificultades de un rodaje accidentado, ha obtenido una nominación al Goya en la categoría de mejor documental. En pocos días sabremos si la Academia del Cine Español le otorga el galardón. Mientras tanto, me permito verter aquí mis impresiones acerca de este meritorio trabajo.


CONTRA EL TIEMPO

Qué descuidados somos en este país con lo nuestro. Lo sabemos bien quienes durante años hemos luchado por recuperar la memoria histórica del cine europeo, en general, y del español y sus artífices, en particular. Sobre todo la de sus hijos menos favorecidos por la notoriedad y la fama. Por este motivo me atraen en especial las publicaciones consagradas a la época dorada de nuestro cine de género, coincidente, además, con los años de esplendor de la coproducción europea, las décadas de los 60 y 70 del siglo XX. Un periodo fructífero repleto de rostros fascinantes, peculiares, carismáticos. Los de los actores y actrices secundarios; o de reparto, como algunos prefieren denominarse.
Mucho menos comunes que las ediciones en papel resultan los trabajos audiovisuales. Así como en el mundo anglosajón es habitual la veneración a sus actores, desde todos los ámbitos y con un marcado carácter mitómano, en España apenas existe esa inquietud por reconocer la magnífica labor de nuestros incombustibles cómicos. ¿Y a qué es debida esta desidia, incluso latente en el seno de la propia industria? Carlos Aguilar coautor junto a Jaume Genover del imprescindible Las estrellas de nuestro cine (Alianza Editorial, Madrid, 1996), con no poca agudeza aventura que «el cine, por un lado, siempre ha sido un arte popular, de masas [...] formando parte de la cotidianidad. Y, por otro, tiene un componente industrial/comercial tan obviamente corrupto para todo el mundo que le impide acceder a la absoluta respetabilidad cultural» (1). Lo popular se confunde con lo vulgar y permanece el concepto de entretenimiento llano para público poco exigente, etiquetas que estigmatizan buena parte de la producción obstaculizando así la senda hacia el reconocimiento.
Por eso valoro con admiración el trabajo de José Manuel Serrano Cueto. Gaditano que a sus 37 años ha dedicado diversos proyectos, tanto literarios como fílmicos, a esta reivindicación cuyo esfuerzo pretende restablecer la dignidad profesional que se merecen nuestros maravillosos actores secundarios. Su último logro, dentro del cine de no ficción, se titula Contra el tiempo.


UN DURO PROCESO
Todo empieza en 2006 con Río seco, cortometraje que Serrano Cueto rueda con Aldo Sambrell; la idea original, y que entonces no prospera, consiste en levantar un documental de largometraje sobre sus queridos y respetados actores de reparto, pero no es hasta 2009, fecha en la que se involucra el productor Carlos Taillefer, que da comienzo el proceso de preproducción, culminado en abril del año siguiente con el primer golpe de claqueta durante el Festival de Cine de Málaga. El rodaje se extiende a lo largo de dos años, con parones incluidos debido, entre otros imponderables, a la falta de financiación, pues se lleva adelante sin ningún tipo de ayuda pública o privada. Durante este proceso el trabajo se amolda a las circunstancias, propiciando modificaciones en el hilo argumental, una sucesión de entrevistas a veteranos de la pantalla; finalmente reducidos a seis de entre los muchos con los que se llega a contactar: Lone Fleming, Antonio Mayans, Ricardo Palacios, Fernando García Rimada, Carlos Bravo y Mabel Escaño. Dificultades económicas y logísticas impiden que los inicialmente previstos Frank Braña, Eduardo Fajardo, Claudia Gravi, Mirta Miller, Antonio Pica y Jack Taylor puedan comparecer. Así como Aldo Sambrell, cuyo fallecimiento cercena su inclusión en el film (mas no una emotiva aparición merced a unas previas grabaciones domésticas).
El esquema inicial de entrevistas se mantiene, pero las carencias financieras obligan a ingeniar una curiosa subtrama: el actor Antonio Mora, en principio contemplado para una labor episódica, cobra mayor protagonismo, y de una intervención menor como entrevistador de García Rimada pasa a sostener las charlas con Ricardo Palacios, Antonio Mayans y Carlos Bravo. Se convierte así el joven intérprete en emblema de la nueva generación de actores, en busca de las claves de la profesión mediante su encuentro con los más veteranos; un hermoso detalle al que se suma la conmovedora historia en torno a la camisa hawaiana que un enfermo Sambrell ha regalado tiempo atrás a Serrano Cueto: si Antonio Mora regresa de su viaje vistiendo la llamativa prenda, significará que la entrevista con el actor madrileño no ha podido llevarse a cabo... Como así ocurre, pues el 10 de julio de 2010 le falla el corazón al fiero pistolero de tantos e inolvidables eurowesterns.

Por desgracia, no será la única baja. Contra el tiempo se estrena el 6 de octubre de 2012 en el Festival de Sitges, dentro de la sección Brigadoon y con presencia de Lone Fleming; pero ocho días después, coincidiendo con la clausura del certamen, se conoce el fallecimiento de Fernando García Rimada, quien arrastraba una larga y penosa enfermedad. Serrano Cueto recibe con profunda tristeza la noticia: «Hablé con él hace un par de semanas, conversamos sobre Contra el tiempo, que se va a proyectar en noviembre en el cine Albéniz y quedamos para que asistiera al estreno. Era un hombre extraordinario, muy cariñoso [...] con un rostro genial. Me acuerdo de cuando se estrenó 1492, la conquista del paraíso y la revista Fotogramas lo eligió Rostro del Mes. Y eso que no tenía ni diálogo en la película. [...] Fue un hombre discreto, muy británico, muy cortés» (2).
A finales de ese mismo mes la película se proyecta en la sala de la madrileña Fundación AISGE, en un pase especial para actores, y a partir de ahí comienza su difusión en las más variopintas pantallas; sólo en noviembre se exhibe en la sala Berlanga de Madrid, en el cine Albéniz de Málaga, en el madrileño cine Artistic Metropol... Y a los pocos días accede al portal legal de visionado de películas Filmotech, donde por menos de tres euros queda a disposición del espectador. Por si fuera poco, en diciembre de 2012 la 2 de TVE emite un reportaje sobre la película dentro del programa La aventura del saber, donde José Manuel y Lone responden a las preguntas de la presentadora María José García. Previamente, en abril del mismo año, se ha publicado en formato libro el diario de rodaje, a cargo de la novel editorial Tyrannosaurus Books. La promoción de Contra el tiempo se desarrolla implacable también con el apoyo de las redes sociales...
Pero aún le esperan más sorpresas a este documental que, poco a poco, con modestia, ha ido encontrado su espacio: en enero de 2013 es nominado primero al Goya en su categoría de no ficción y después a la Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos. En el primer caso, compitiendo contra Hijos de las nubes: la última colonia, de Álvaro Longoria, Los mundos sutiles, de Eduardo Chapero-Jackson, y Mapa, de León Siminiani; en el segundo luchando contra Las constituyentes, de Oliva Acosta, Testigo involuntario: Nicolás Redondo, de Iñaki Arteta, y, de nuevo, contra el film de Longoria. El resultado de este pulso se conocerá, en el caso de la Academia de Cine, el día 17 de febrero, y respecto al CEC, el 11 de este mismo mes.


CORAZÓN CINÉFILO
Serrano Cueto, respetuoso, mantiene el plano, consintiendo un tenue estremecimiento de la imagen. Retrata los rostros de sus actores con sosegado aplomo, dejando que expresen serenidad, permitiendo que la sabiduría aflore en sus expresiones diáfanas, sus palabras plácidas, templadas. La mano fugaz de Carlos lía un cigarrillo, reposa junto al cenicero, goza frente a la cámara. Los ojos azul celeste de Lone recorren la arcilla, buscando formas que la espátula define al detalle. La voz de Ricardo, irónica, resuena en la penumbra del despacho, mencionando a Lee Marvin, Charles Bronson, Toshiro Mifune. La gentil humanidad de Fernando se despliega y nos envuelve, sentados, junto a él, frente al álbum fotográfico. El seductor encanto de Antonio revela cercanía y perspicacia en cada gesto, delata al profesional acostumbrado a todo. Y pasea mientras tanto Mabel por el jardín de Puerta Oscura, oliendo a azahar en primavera. Aldo se calza el sombrero.
Cada plano de la película denota consideración y cariño hacia sus actores, les arropa y dulcifica en el retiro que ahora disfrutan, algunos sin intención de abandonarlo y otros dispuestos a volver a primera línea de plató. Remueve la película sus recuerdos con delicadeza, mediante un trabajo de cámara que aboga por la sencillez, un montaje sutil, invisible, que enlaza instantes con suave armonía, logrando secuencias mágicas: esa charla entre Lone y la niña, que interroga a la mujer sobre su currículum artístico ("¿Cuántas películas has hecho, más o menos?". "He trabajado en treintaytantas películas". "¡Eso son muchas!"); ese paseo de Mabel y Carlos, enlazados por el brazo, cruzando el inmenso jardín ("Aquí venía yo con mis primeros novios a contarnos nuestros amores y a recitarnos versos"); el momento en que Carlos entona bajo las estrellas la canción de Lucienne Delyle ("Oh Luna rossa reine des nuits, du haut des cieux toi qui me souris")...


Contra el tiempo focaliza su homenaje a los veteranos actores y actrices de aquella época extraordinaria en la figura de siete profesionales que reflexionan sobre el oficio de actor y el incansable decurso de sus prolíficas carreras (con la excepción de García Rimada, rara avis que llegó muy tardíamente a la pantalla y desarrolló una breve filmografía). En cualquier caso, los heterogéneos orígenes profesionales y geográficos de los siete actores visitados se unifican bajo el manto de una actividad frenética, trotamundista, en todo tipo de producciones, buenas, regulares y peores, cuya singular variedad conceptual y artística gozó de su arrolladora personalidad y su inagotable entusiasmo, en todos los géneros imaginables: el madrileño Aldo Sambrell encarnando malcarados cowboys en Villa cabalga (1968, Buzz Kulik), sádicos combatientes de la II Guerra Mundial en La brigada de los condenados (1970, Umberto Lenzi) o momias milenarias vueltas a la vida en Vudú sangriento (1973, Manuel Caño); la danesa Lone Fleming aterrorizada por espantos sin cuento en La noche del terror ciego (1971, Amando de Ossorio), Una vela para el diablo (1973, Eugenio Martín), Malocchio (1975, Mario Siciliano); el valenciano Antonio Mayans, por siempre unido a la carrera de Jesús Franco en La noche de los asesinos (1973), La tumba de los muertos vivientes (1981) o Camino solitario (1983); el marroquí Carlos Bravo, fornido y dispuesto siempre para la acción en Un par de asesinos (1970, Rafael Romero Marchent), Una ciudad llamada Bastarda (1972, Robert Parrish) y Robin Hood nunca muere (1974, Francesc Bellmunt); el cántabro y orondo Ricardo Palacios, de presencia ubicua en docenas de películas, desde Fu-Manchú y el beso de la muerte (1968, Jesús Franco) hasta El hombre de Río Malo (1971, Eugenio Martín), pasando por Sol rojo (1970, Terence Young); Fernando García Rimada, desde la capital del reino entrevisto en La Lola se va a los puertos (1993, Josefina Molina), La leyenda de la doncella (1994, Juan Pinzás) o Airbag (1994, Juanma Bajo Ulloa); la malagueña Mabel Escaño, sensual e irresistible en El libro de buen amor (1975, Tomás Aznar), Madrid, costa Fleming (1976, José María Forqué), La boda del señor cura (1979, Rafael Gil)...
Qué descuidados somos en este país con lo nuestro. Qué poca atención prestamos a quienes nos han endulzado las horas de ocio, a aquellos cuya compañía ha alimentado tantos momentos de evasión en épocas clave de nuestra vida. Cuántos pesares se han mitigado gracias a ellos, cómo hemos disfrutado con su trabajo. Cuán rápido nos ha latido el corazón riendo, gritando, haciendo manitas frente a sus primeros planos, asistiendo a tiroteos y cabalgadas en ciudades fronterizas perdidas en el desierto. Temblando de emoción ante un beso de tres por diez metros, en techniscope. Riendo a mandíbula batiente con enredos de parejas. Saltando con ellos de rama en rama a través del bosque de Sherwood, aspirando tierra y polvo en primera línea del Alamein almeriense.
Desde entonces no se ha detenido el reloj, avanza el calendario y se solapan las décadas. Pero no luchemos contra el tiempo, pues alimenta la memoria, enriquece los recuerdos, potencia las emociones, sublima toda evocación. Las acrisoladas imágenes de este documental lo sugieren: el tiempo está de nuestra parte. Y yo estoy dispuesto a creerlo.

Notas
1.- Javier G. Romero: "Carlos Aguilar, viaje al centro de la cinefilia", entrevista en Opus Cero, nº 8 (Bilbao, enero 2000), pág. 53.
2.- Víctor A. Gómez: "Adiós a Fernando García Rimada", en el diario La Opinión de Málaga (17 de octubre de 2012)

CONTRA EL TIEMPO (2012)
España. 90 minutos
D: José Manuel Serrano Cueto. P: Carlos Taillefer para Utopía Films. G: Montse Gómez y José Manuel Serrano Cueto. F: Jesús Haro y Jokin Pascual. M: Dolores Serrano Cueto. Mo: Jesús Ramé.
CAST: Carlos Bravo, Mabel Escaño, Lone Fleming, Fernando García Rimada, Candice Kay, Antonio Mayans, Antonio Mora, Ricardo Palacios, Aldo Sambrell, Jimena Sancho, José Manuel Serrano Cueto.

4 comentarios:

  1. Pues sí, "los nuestros" necesitan ser más valorados. Menos mal que hay gente como vosotros que los reivindica.

    Tengo el diccionario al que haces referencia, el de Carlos Aguilar y Jaume Genover y es una obra monumental y referencial absoluta. Yo hace poco que la encontré, pero ya la venero.

    A ver si hay suerte y le otorgan el Goya.

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    1. Hola, Belane. Cierto es que muchos actores parecen no existir ya ni para la industria ni para los medios especializados. Y tiene que surgir de vez en cuando un Santiago Segura para poner de nuevo en el mapa a un Tony Leblanc… Pero como esta sociedad que nos ha tocado en gracia parece girar sólo en torno a la juventud y los cuerpos danone, que es lo que vende, a los actores veteranos no les dan ni la hora. Qué triste. A ver si algún valiente pone otra vez en circulación los talentos de Eva León, Mercedes Alonso, África Pratt, Emma Cohen, Victoria Vera, Cristina Galbó, Pilar Velázquez, Teresa Gimpera, Tony Isbert, Ramiro Oliveros, María Luisa San José, Maribel Martín, Loreta Tovar, Serena Vergano… Incluso Blanca Estrada, Ágata Lys, Bárbara Rey, María José Cantudo, por qué no. Debilidades que uno tiene...

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  2. No veo nunca los Goya,pero esta edición si que voy a estar delante de la tele para averiguar si este documental se lleva el busto cabezón de mi paisano Don Francisco de Goya.Tengo ganas de que comercialicen ya el dvd,que seguro que incluirá un buen montón de extras.

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    1. Me apunto igualmente a verlo, Jesús. Sería emocionante que el documental de Serrano Cueto se llevase el Goya, por tres razones, entre algunas otras: una, como premio a un buen trabajo cinematográfico, hecho con corazón y encima con todo en contra, sin ayuda financiera exterior; segunda, porque demostraría sensibilidad de la propia industria del cine hacia aquellos miembros de la profesión de los que parecen haberse olvidado; y tercera, porque, de alguna manera, el premio recaería también en ese grupo de actores entrañables que tanto han contribuido con su trabajo y su arte a endulzarnos la vida. ¡Crucemos los dedos!

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