Cuando uno llega a cierta edad parece inevitable ponerse pelín nostálgico, así que traigo a colación una entrañable serie de libros publicada en nuestro país, desde mediados de los años 60, por la mítica Editorial Molino, Alfred Hitchcock y los tres investigadores, de tan grata memoria para mi generación. Para el recuerdo de quienes disfrutamos de estas lecturas y el conocimiento de los nuevos aficionados, os adjunto seis láminas con todas las portadas de la saga.
Aquellos volúmenes, repletos de enigmas, misterio y unas gotas de terror, escritos en estilo sencillo y asequible, suponían entretenimientos ideales para niños y adolescentes, además con el reclamo del maestro Hitchcock en portada, quien también solía intervenir al principio y al final de cada historia, animando a los tres jovencitos aprendices de detective. La serie, originaria de los EE.UU., se tradujo y distribuyó en nuestro país, con notable éxito, en tres etapas: la primera (la mejor), del nº 1 al 43; la segunda, breve, sólo cuatro números y en formato librojuego, muy popular en los años 80 (tú mismo elegías el derrotero de las pesquisas y el desenlace), añadía al título genérico el reclamo "Necesitan tu ayuda"; y la tercera, bajo el epígrafe "Nueva etapa", modernizaba a los tres chavales de acuerdo con la idiosincrasia propia de los años 90 a lo largo de 11 números más. El creador de los personajes y firmante de los primeros volúmenes fue el prolífico escritor Robert Arthur (llegó a guionizar seis episodios de Alfred Hitchcock presenta y un par de sus relatos los adaptó nuestro Chicho Ibáñez Serrador en su Historias para no dormir), a quien tras su muerte en 1969 sustituyeron William Arden, Nick West, Mary Virginia Carey, Marc Brandel, Rose Estes, G.H. Stone, William McCay, Peter Lerangis y el matrimonio Megan y H. William Stine.
En cuanto a Hitchcock, lo cierto es que su implicación con la saga literaria fue tan sólo comercial: prestó su nombre e imagen a cambio de unos suculentos cheques. Cuando falleció, en 1980, la editorial yanqui, Random House, le reemplazó por un escritor ficticio, Hector Sebastian, aunque aquí Molino continuó presentando el nombre y efigie del cineasta en las portadas hasta el final. Cubiertas, por cierto, que en España firmaron tres buenos ilustradores: Ángel Badía Camps (28 portadas, mis preferidas), Antonio Bosch Penalva (sólo dos, también preciosas) y José María Miralles, quien tomó el relevo en las décadas de los 80 y 90. Aquí os dejo sus trabajos, en este pequeño viaje al pasado.
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