En
septiembre de 2015 veía la luz en nuestro país, a cargo de la emergente
editorial barcelonesa Tyrannosaurus Books, Peter
Jackson: celestiales y monstruosas, el primer libro monográfico dedicado en
España a la figura y la carrera del director neozelandés (n. 1961). Volumen que junto con
los consagrados a Rob Zombie, Don Coscarelli y Lucio Fulci forma parte de una
serie dedicada a cineastas de culto. En esta ocasión, al contrario que el resto
de la colección, se trata de un tomo colectivo, prologado por Tomás Fernández
Valentí, y firmado por cuatro autores, Sergi Grau, Joan Renter, Álvaro San
Martín e Iván Suárez. Con este último he tenido la oportunidad y el placer de
conversar para Expediente Quatermass:
nacido en Gijón en 1985, Suárez lleva años realizando una importante labor como
escritor y crítico cultural en la web Ultramundo,
página de referencia coordinada por Miguel Díaz González. Para Iván Suárez Peter Jackson: celestiales y monstruosas
ha supuesto su primera colaboración para un libro en soporte físico, en lo que
implica una ocasión extraordinaria para adentrarse en los entresijos de la vida
y la obra de un cineasta célebre por haber llevado a la pantalla la inabarcable
saga literaria de J. R. R. Tolkien. El presente libro, minucioso y concienzudo en su
acercamiento a Jackson, recoge todos los hitos del cineasta, desde sus inicios
en el cine amateur, la locura de sus
primeras películas gore, el salto al
cine de gran presupuesto y la valoración del espectáculo como origen de
emociones intensas. No obstante, la especial sensibilidad que aporta Jackson a
sus fotogramas, permite que sus películas calen hondo en el espectador, más
allá del abrumador e impactante despliegue tecnológico del que hacen gala.
Pero
será el propio Iván Suárez quien nos explique las claves del cine de Peter
Jackson y, por supuesto, las de este interesante libro que no dudo en
recomendar. Demos paso al autor.
—Perteneces a una joven generación de
escritores que se ha curtido en el ámbito de internet, mediante blogs y webs,
antes de pasar al “papel”; ¿qué ha supuesto para ti el salto de internet al
mundo de la edición? ¿Has constatado diferencias destacables entre ambos
medios?
—Efectivamente:
yo empecé escribiendo en Internet mediante mis blogs El terrario de Donovan y Teatro
de la oscuridad, los dos ya sin actualizar debido a la falta de tiempo
necesario para publicar entradas en ellos (aunque siempre digo que algún día
volveré…). Y, ya más tarde, entro como colaborador de Ultramundo, donde continúo escribiendo artículos, fundamentalmente
sobre Cine, pero también relacionados con el mundo de la música, el cómic, la
literatura e incluso, de manera muy esporádica, de fútbol. Pasar del mundo
“virtual” de Internet al mundo de la edición “impresa” supuso, para mí, una
tremenda ilusión: todos aquellos que desde siempre tenemos la vocación de escribir,
ya sea narrativa, poesía o en mi caso ensayo albergamos el sueño de poder tener
el fruto de nuestro trabajo en nuestras propias manos; pero también supuso cierta
“presión” (por definirlo de alguna manera) pasar a jugar en la liga de las
publicaciones, digamos, “profesionales” y poder cumplir con las expectativas
del mejor crítico que conozco: los lectores. No negaré que el primer día que me
puse a escribir mis secciones de Peter
Jackson: Celestiales y monstruosas (el libro se escribió mucho antes de
ponerme a trabajar en Terminator: El
imperio de Skynet pese a que éste salió publicado en primer lugar) pensaba
para mis adentros “Aún no me creo que
esté poniéndome a escribir un libro”. Pero más allá de ese primer día en el
que fui consciente de la responsabilidad que tenía y del paso de lo virtual al
papel, procedí como suelo hacer en mis artículos para Internet: procurando ser
profesional en todo momento y teniendo siempre en mente al lector tratando de
compaginar información, rigor y amenidad para que pueda hacerse idea de la
manera más completa posible de las dificultades a las que Peter Jackson y sus
colaboradores hicieron frente a la hora de rodar sus películas, ya sean
producciones con pocos medios como Mal
gusto (Bad Taste, 1987) o
superproducciones como King Kong (King Kong, 2005).
—Pregunta obligada: ¿cómo surge este
proyecto de libro sobre Peter Jackson?
—Surge
allá por el año 2014, fruto de la colaboración que existió entre Ultramundo con Miguel Díaz al frente y
Tyrannosaurus Books. De esta unión surgió el libro número 1 de la llamada
“Colección Ultramundo”, Rob Zombie. Las siniestras armonías de la
sordidez, escrito por Daniel Rodríguez Sánchez cuando todavía colaboraba en
el blog. En aquellas fechas, Sergi Grau, Joan Renter y Álvaro San Martín habían
estado tratando de publicar, sin éxito, un libro sobre la trilogía de El Señor de los anillos (2001-2003) y los tres colaboraban por aquel
entonces en Ultramundo (Álvaro
todavía continúa reseñando para el blog). Debido a que el objetivo de la
“Colección Ultramundo” era la de publicar ensayos sobre directores de cine
fantástico que careciesen de bibliografía previa en España (o, cuando menos, se
editase muy poco sobre ellos) y que Miguel conocía el proyecto de Sergi, Joan y
Álvaro, tan sólo había que sumar dos más dos entre todos para realizar un
trabajo acerca de Peter Jackson. En el mercado internacional, principalmente en
los países de habla anglosajona, se han publicado libros sobre Jackson. Pero en
España se había editado solo una monografía (al menos que yo sepa) íntegramente
dedicada a toda su obra como director: Peter
Jackson: de Mal gusto a El Hobbit, escrito por Juan Luis Sánchez y Luis
Miguel Carmona. Me enteré de la existencia de este libro ya tiempo después de
haber terminado de escribir mis textos y no lo he leído, pero en todo caso
animo al lector a que consulte ambas obras para poder tener dos fuentes de
conocimientos respecto a la vida y trabajos del cineasta. Conviene precisar que
el resto de la bibliografía acerca de Peter Jackson en este país está dedicada
fundamentalmente a sus dos trilogías más famosas, es decir, El Señor de los anillos y El Hobbit (2012-2014). O bien aparece
reflejado en obras colectivas e individuales donde se ha analizado sobre todo
su papel en el cine hecho en las antípodas y/o sus primeras películas gore: Mal gusto, El delirante
mundo de los Feebles (Meet the
Feebles, 1989) y Braindead (Braindead, 1992). La intención a la hora
de escribir el libro era un poco la de fundir todo eso y tratar de analizar su
vida y obra desde sus orígenes humildes hasta que se convierte en una de las
figuras más poderosas del cine actual
—Un recorrido que daba muchísimo juego para
un ensayo sobre el cineasta neozelandés…
—Desde
luego. Peter Jackson era una figura ciertamente interesante como para dedicarle
el siguiente libro de la colección. En cuanto Miguel me propuso participar en
el proyecto, acepté: Jackson es un director que en líneas generales me gusta
mucho, particularmente entre el período de finales de los años 80 y mediados de
los 90, sin despreciar en absoluto sus posteriores aventuras en las
superproducciones, las cuales me entusiasman algo menos, aunque las respeto
mucho, a excepción de The Lovely Bones
(The Lovely Bones, 2009), de la cual
solo diré que estoy de acuerdo con lo que Roger Ebert (entusiasta del cine de
Peter Jackson, por otra parte) expresó en su crítica, la cual he recogido en el
libro. Con un poco de maldad por mi parte, lo reconozco… Tanto Miguel, como
coordinador, como los autores, con nuestros textos, nos pusimos a trabajar
hacia mediados de 2014 con el formato de “Mega Crítica” que se utiliza en el
blog. Es decir, por un lado un análisis de la película y un “así se hizo” que
comente los aspectos y circunstancias más remarcables de su producción: origen,
realización, estreno, recepción y legado. Sin embargo, por diversas
circunstancias, Miguel terminó abandonando el proyecto como coordinador y la
colaboración entre Tyrannosaurus y Ultramundo
se detuvo ahí, por lo que ya no han aparecido más números de la “Colección
Ultramundo”. Pero que quede claro que las relaciones entre la editorial y el
blog siguen siendo óptimas.
—¿Ha sido fácil coordinarse entre los cuatro
autores del libro? En este sentido, ¿cómo os habéis distribuido el trabajo, en
general, y las temáticas, en particular?
—Empezaré
por responder a la segunda cuestión. Ya cuando Miguel estaba de coordinador
quedó claro que tanto la parte de análisis de las películas como la relativa a
las dos trilogías dedicadas a la obra de Tolkien serían abordadas por Sergi,
Joan y Álvaro. Todos ellos son profesionales ampliamente contrastados, como se
aprecia en publicaciones diversas o a través de Internet. De hecho, si leéis
sus críticas en el libro, sus planteamientos y juicios animan al lector a
revisar películas, ver títulos que quizá no hayan contemplado o a establecer
una “discusión” intercambiando pareceres. Puedes estar más o menos de acuerdo
con sus enfoques a la hora de analizar las películas, pero creo que siempre es
sano y estimulante que el lector acceda a otra visión distinta de la suya. En
cuanto a mi parte, que son los “así se hizo”, creo que los lectores que me
hayan seguido en Ultramundo se habrán
dado cuenta de que me he convertido en el especialista “oficial” (por decirlo
así) de este apartado. Aunque también me gusta mucho ejercer la crítica, claro.
Era hasta cierto punto lógico e inevitable que me encargase de esta parte del
libro, comentando cómo se hicieron las películas de Jackson a excepción de las
ambientadas en la Tierra Media. Para ello fue necesario documentarse mucho con
obras extranjeras, hemerotecas de periódicos, páginas webs, extras en DVDs,
etc. En resumen, todo aquello que pueda contribuir a explicar estas cosas lo
mejor posible. Aunque la de Peter Jackson sea la voz predominante en el libro
(cómo no), he querido dar espacio tanto a los actores que intervinieron en las
películas (Diana Peñalver, Melanie Lynskey, Michael J. Fox, Saoirse Ronan, Andy
Serkis, etc.) como a sus colaboradores más cercanos detrás de las cámaras (Fran
Walsh, Richard Taylor, Cameron Chittock, Robert Zemeckis, Ken Hammon, etc.),
sin los cuales no se puede levantar ninguna película. No me gustan demasiado
las obras que se centran exclusivamente en declaraciones del director, prefiero
las historias “corales” donde cada miembro del equipo hace sus propias
valoraciones respecto a la experiencia de trabajar en un rodaje. De esta manera
se enriquecen los puntos de vista. También me gusta incluir pequeñas anécdotas
que quizá mucha gente no conozca, como la reacción que tuvo Lucio Fulci
abandonando la proyección de Braindead
a mitad de película diciendo que “no se
puede bromear con el género”. Esta historia se refleja en un artículo sobre
Fulci que aparece en la Antología del
cine fantástico italiano, que tú editaste y coordinaste dentro de tu
colección Quatermass; me hizo gracia
y pensé que sería una forma divertida de cerrar mi parte en el capítulo
dedicado a Braindead.
—Te agradezco la referencia, Iván, cómo no.
Tu participación se extendió, no obstante, a otros textos... Y también
contasteis con un prologuista de prestigio…
—Así
es. Además, he escrito una pequeña introducción antes de “entrar en materia”
hablando un poco sobre quién puede ser Peter Jackson, la visión que tienen de
él según a quién preguntemos del público, etc. Aunque no deja de ser anecdótica
y lo importante viene en las páginas siguientes. Eso sí, no negaré que ser una
especie de maestro de ceremonias del libro me resultó divertido. Para finalizar
acerca de la distribución de apartados, me gustaría comentar, en efecto, el
prólogo que firmó Tomás Fernández Valentí. Es alguien a quien el cine de
Jackson entusiasma mucho, tal como le hemos podido leer en artículos diversos y
en el mismo prólogo, donde manifiesta su esperanza de que gracias a este libro
se pueda comprender mucho mejor una figura como la de Jackson, que tantos fans
y detractores ha ido cosechando a lo largo de su carrera. Otra confesión: el
día que recibí el prólogo me emocionó un poco y todo. Quién me iba a decir a mí
que iba a participar en un libro que sería prologado por alguien a quien yo
leía a menudo en Dirigido Por… e Imágenes de Actualidad. Bromeando y parafraseando
a James Cagney en Al rojo vivo (White Heat, Raoul Walsh, 1949): “I’ve made it ma! Top of the world!.”
—¿Dificultó la confección del libro el hecho
de que finalmente los autores no pudierais contar con la figura del coordinador?
—Ciertamente
resultó muy triste la renuncia de Miguel a continuar con el proyecto, puesto
que considero que cuando se participa en una obra colectiva se necesita la
figura de un coordinador que te plantee sugerencias, estímulos, consejos y
solución de dudas a la hora de abordar todo tipo de cuestiones referentes a la
obra. Lógicamente pueden surgir discrepancias con él respecto a determinadas
cuestiones, pero cuando menos es una figura que tienes ahí para plantearle
cualquier tipo de comentario. Lo eché mucho de menos a la hora de abordar
muchos aspectos del libro y para dar forma a su resultado final –por ejemplo,
en los artículos primero iba a ir la crítica, después el “así se hizo” a la
manera de las “Mega Críticas” del blog; iban a incluirse muchas más páginas que
al final quedaron fuera de la edición final; el libro se iba a publicar
coincidiendo con el estreno de la última entrega de El Hobbit: la batalla de los
cinco ejércitos (The Hobbit: The
Battle of the Five Armies, 2014) hacia finales de 2014 quedando retrasado
hasta otoño del año pasado…–. Más allá de estas cuestiones, lo más importante
es que Peter Jackson. Celestiales y
monstruosas está ahí para quien quiera leerlo.
—Peter Jackson ha manifestado en numerosas
ocasiones que en su infancia decidió ser director de cine, fascinado por el
clásico King Kong (King Kong, 1933). ¿Crees que en su remake consiguió captar el sense of wonder del original, o
pretendía algo distinto?
—Resulta
imposible de replicar el maravilloso sense
of wonder del King Kong original
de Merian C. Cooper, Ernest B. Schoedsack y, añado yo, Willis O’ Brien, incluso
cuando han pasado ya 83 años desde su estreno. Algo que ocurre con frecuencia
cada vez que alguien intenta hacer nuevas versiones de obras maestras, con un
saldo por lo general más bien pobre salvo honrosas excepciones. Lo cual no me
impide, personalmente, disfrutar ni del King
Kong (King Kong, John Guillermin,
1976) que produjo Dino De Laurentiis ni del King Kong de Peter Jackson, el cual me sigue pareciendo un muy buen
título que confieso preferir por encima de las películas de los Anillos. En
cuanto a los motivos de Jackson para retomar
King Kong, los achaco (ambiciones
pecuniarias y empresariales aparte) a su deseo por cumplir su vieja fantasía
infantil de hacer la película con todos los recursos a su alcance y presentar a
Kong a una nueva generación de espectadores que no ven películas en blanco y
negro (ellos se lo pierden…). En cierta manera puedo llegar a “comprender” a quienes
acusan a la película de no ser más que una fotocopia multimillonaria y
elefantiásica (en medios y duración: creo que no le habría venido nada mal una
poda de minutos) del original de 1933, pero también pienso que se trata de una
revisión llena de set pieces
excelentes (los combates de Kong en Skull Island, el largo clímax en Nueva
York) y que, de las tres versiones “oficiales”, es la que más desarrolla la
relación entre Ann Darrow y Kong y la que más empatía siente por el gorila,
quizá gracias a la interpretaciones de Naomi Watts y Andy Serkis. Es probable
que haya nuevas generaciones de espectadores que no hayan visto el original de
1933 y que piensen que la versión de Jackson les proporcione ese sense of wonder del que hablas, en cuyo
caso los propósitos artísticos de Jackson habrán quedado colmados. Pero yo, que
disfruto mucho con King Kong 2005, sigo
prefiriendo ver al Kong animado con las viejas técnicas de stop motion cayendo abatido del Empire State Building sonando de
fondo la partitura de Max Steiner. Como, imagino, la inmensa mayoría de los que
lean esta entrevista.
—Al parecer, algunos de los amigos con
quienes rodó Mal gusto (1987) terminaron
descontentos con él hasta el punto de romper su amistad, acusándole de egoísta
e interesado solamente en su propio beneficio personal. ¿Ha demostrado Jackson,
con el tiempo, ajustarse al patrón del cineasta implacable y despiadado? ¿Crees
que para triunfar en la competitiva jungla hollywoodiense conviene
deshumanizarse?
—Sí,
Craig Smith y Ken Hammon dedicaron unas duras palabras hacia su antiguo amigo,
hasta el punto de que Smith dijo que “les
trató como a la mierda” (sic) una vez que Jackson obtuvo el éxito. Este
tipo de comentarios, de todas maneras, son frecuentes cuando leemos biografías
de artistas exitosos: Basta echar un vistazo a Moteros tranquilos, toros salvajes, de Peter Biskind (uno de mis
libros cinéfagos de cabecera), y los retratos despiadados que ofrece, mediante
declaraciones de ex colaboradores, de cineastas como Francis Ford Coppola, Peter
Bogdanovich, Dennis Hopper, George Lucas o William Friedkin para dar un ejemplo
de lo que digo. Desconozco si Smith y Hammon hablaron desde el resentimiento de
no haber logrado el mismo éxito que su ex amigo o si tenían razón en sus
quejas. Desde luego, para mí Peter Jackson es alguien muy ambicioso en lo
económico (baste recordar, por ejemplo, las leoninas condiciones que impuso a
Universal para hacer King Kong que
relato en el libro). En cuanto a deshumanizarse para triunfar en Hollywood y en
el mundo del Cine (o en otros ámbitos de la vida), lo veo hasta cierto punto
lógico: esta es una industria cruel y competitiva en la que los egos se encuentran
rampantes y en donde, por utilizar una frase manida, “sólo sobreviven los más
fuertes”. No obstante, creo que se puede triunfar conservando una buena dosis
de humanidad o siendo esencialmente una buena persona. Eso sí, creo que conviene
tener a mano una buena “coraza” emocional para poder encajar mejor los golpes.
—Ese gusto de Peter Jackson por la
fabulación mítica se refleja ya en su falso documental La verdadera historia del cine (Forgotten
Silver, 1995), donde recrea unos orígenes del Séptimo Arte muy distintos a
los conocidos…
—Cierto.
La verdadera historia del cine es un
falso documental hecho por Peter Jackson y su colaborador habitual Costa Botes
para la televisión neozelandesa, coincidiendo con el centenario de la invención
del Cine, que consiguió engañar a muchos espectadores con la odisea del
“pionero” Colin MacKenzie (una especie de alter
ego del propio Jackson como bien señala Álvaro San Martín en su crítica)
mediante falsas imágenes de archivo, “recreaciones” de las filmaciones de
Mackenzie, la participación del propio Jackson y entrevistas a personalidades
como el crítico Leonard Maltin, el actor Sam Neill o el magnate Harvey
Weinstein. Es un trabajo de los que más me gustan de Peter Jackson, hasta el
punto de que me gusta considerarlo como la aportación más significativa hecha
desde Nueva Zelanda y las Antípodas al centenario del Cine.
—Resulta paradójico, aunque estimulante, que
a partir de sus orígenes gore Jackson
haya pasado a otras películas donde parece manifestar cierto interés por el
mundo espiritual o sobrenatural, rompiendo radicalmente con su anterior etapa: Criaturas celestiales (Heavenly Creatures, 1994), Agárrame esos fantasmas (The Frighteners, 1996), The Lovely Bones (2009)…
—Sí,
existe la tentación de calificar a las tres como una especie de trilogía
“sobrenatural” aun con sus diferencias en tono. Me gusta detenerme
especialmente en Criaturas celestiales:
Jackson demostró estar capacitado para otras empresas más allá del gore cómico y es un interés palpable de
sus inquietudes por argumentos más complejos, emocionalmente hablando. Nada
menos que con una célebre historia de la crónica negra neozelandesa que da el
debido tratamiento a unos hechos tan desgraciados como tristes, mezclando la
veracidad de la historia de Pauline Parker y Juliet Hulme (hoy en día la famosa
autora de novela negra Anne Perry) con las inmersiones en el mundo de la
fantasía. Como bien dijo el crítico Mark Kermode, la película asume que en
algún lugar entre la Fantasía y el Hecho reside la Verdad. Personalmente,
considero a Criaturas celestiales
como la cima de su filmografía, hasta el punto de que veo muy difícil que algún
día Jackson llegue a superarla o igualarla. En cuanto a The Lovely Bones, supone para mí su peor película por más que alabe
la magnífica interpretación de Stanley Tucci y las sinceras buenas intenciones
que tenía Peter Jackson a la hora de emprender el proyecto…
—Un título bastante olvidado de Peter
Jackson, y que bajo mi punto de vista es uno de sus mejores trabajos, Agárrame esos fantasmas (1996), ¿supuso
quizá su película “bisagra” entre el cine de bajo presupuesto y las
superproducciones que llevaría a cabo después? ¿O cuál piensas tú que pudo ser
esa película “bisagra”?
—Efectivamente,
Agárrame esos fantasmas es una
película que ha quedado un tanto olvidada en la filmografía de Peter Jackson
por más que estuviese producida por un Robert Zemeckis que acababa de triunfar
con Forrest Gump (Forrest Gump, 1994), contase con el
protagonismo de un Michael J. Fox cuya carrera estaba en declive pero que
todavía era una estrella reconocible y constituyese su primer contacto “serio”
con el mundo de Hollywood (dejando aparte la intentona de hacer la sexta parte
de Pesadilla en Elm Street para New
Line Cinema y el coqueteo con algún que otro proyecto como una nueva adaptación
de El planeta de los simios, ambos
comentados en el libro). Es un título que conviene rescatar, pese a resultar
imperfecto, y que tuvo la mala suerte de no estar adecuadamente estrenado y
promocionado por Universal Pictures (debería haberse lanzado en Halloween de
1996 pero los ejecutivos prefirieron un estreno veraniego coincidiendo con
muchos blockbusters y el fenómeno Independence Day). Es lógico pensar en
esta película como una “bisagra” entre las producciones modestas y las
superproducciones, aunque particularmente creo que encaja perfectamente con la
progresión que Jackson estaba experimentando: cada nueva película suya aumentaba
de presupuesto, medios, ambiciones y complejidad, todas ellas le fueron
sirviendo como “entrenamiento” para poder afrontar proyectos mastodónticos. Y Agárrame esos fantasmas era una buena
prueba de fuego para Jackson con sus 30 millones de dólares de presupuesto, la
apuesta fuerte de Robert Zemeckis hacia él y la abundancia de efectos digitales
necesarios para su filmación, recordemos que en una época donde todavía se
estaba experimentando con esta tecnología por más que su uso ya estuviera
imponiéndose frente a los efectos, digamos, “físicos”.
—¿Cómo crees que ha evolucionado con los
años el estilo de Peter Jackson (más allá de lo obvio que resulta pasar del gore al producto hollywoodiense)?
—En
la parte técnica, como ya he indicado, Jackson ha pasado de tener unos recursos
limitados a manejar todo un arsenal tecnológico mediante su compañía WETA, con
toda la perfección técnica que eso implica. Se puede estar más o menos de
acuerdo en lo que a la valoración artística de sus películas se refiere, pero
lo que resulta innegable es que un cineasta que comienza con una producción
prácticamente amateur como Mal gusto y acaba realizando películas
como las dedicadas a Tolkien es, desde luego, un superdotado para ponerse al
frente de un largometraje y coordinar equipos técnicos e interpretativos. En lo
que a sus temas se refiere, su interés no ha variado demasiado a lo largo de
los años a la hora de explorar mundos de fantasía y, en palabras de Tomás
Fernández Valentí en su prólogo, “las
borrosas diferencias entre humanidad y monstruosidad”. Tanto da que sea en
sus tres producciones gore o en otra
clase de películas.
—Su cine ha suscitado opiniones negativas
desde algunos sectores de la crítica, achacándole al principio que hacía cine gore, por lo tanto de “ínfima
categoría”, y después que facturaba productos millonarios, megalómanos y sin
alma… En tu opinión, ¿crees que estas críticas están de algún modo justificadas
y se ajustan a criterios rigurosamente cinematográficos, o existe cierta
ceguera a la hora de valorar su obra?
—Particularmente
creo que si hay alguien que deteste el cine gore
o las producciones multimillonarias, está en su derecho de expresarlo… siempre
y cuando aporte argumentos convincentes y no descalificaciones simplistas y
generalistas. Creo que no hay géneros buenos ni malos, simplemente hay
películas excelentes, buenas, mediocres o malas; y que el presupuesto de una
película no determina si una película tiene “alma” o no, de ello dependen cosas
básicas como el guión, los actores, el equipo técnico y la habilidad del
director o los responsables para saber conjugar los elementos. También me
parece perfecto que haya espectadores y críticos a quienes el cine de Peter
Jackson (o de cualquier otro cineasta) no les guste, siempre que sean capaces
de argumentar, aunque sea de una manera mínima, el por qué no se sienten
atraídos en todo o en parte por sus películas y por su manera de entender el
Cine.
—Ralph Bakshi dirigió hace casi cuarenta
años la que hasta ahora era la versión canónica de la obra de Tolkien, la
película de animación El Señor de los
Anillos (The Lord of the Rings, 1978),
con la que consiguió, en algo más de dos horas, aglutinar la célebre trilogía.
Jackson, por su parte, dedica una película a cada libro: ¿operación comercial
para dilatar los ingresos en taquilla, moda coyuntural, admiración completista
hacia la obra de Tolkien…?
—Me
alegro que hayas mencionado la película de Ralph Bakshi, a la cual no se le ha
prestado demasiada atención excepto cuando se estrenó La comunidad del Anillo (The
Lord of the Rings: The Fellowship of the Rings, 2001)… y a la que el propio
Bakshi no parece tener en demasiada estima: recuerdo un lejano reportaje en la
revista Fotogramas en el que
aparecían unas declaraciones de Bakshi coincidiendo justamente con el estreno
de La comunidad del Anillo en las
que reconocía que había cometido dos billones de errores cuando adaptó la obra
de Tolkien y que fracasó en el empeño. Señalando, de paso, su escepticismo
respecto a que Peter Jackson lograse salir triunfante de la empresa en la cual
se embarcó. En retrospectiva, parece fácil decir que hacer una película
dedicada a cada libro era toda una astuta operación para triplicar los posibles
ingresos en taquilla. Pero ciertamente existió todo un riesgo financiero en
cuanto Jackson anunció su plan de rodaje y cómo iban a estrenarse las
películas: piensa que lo “normal” a finales de los años 90 sería o bien filmar
las tres novelas condensadas en una sola película o rodar solamente La comunidad del Anillo y después los
otros dos libros en función de cómo fueran las recaudaciones. ¿Qué habría
pasado si La comunidad del Anillo
hubiese fracasado estrepitosamente y, tras ella, las otras dos películas
prácticamente rodadas? La carrera de Jackson habría quedado hecha pedazos, al
menos en la liga de las superproducciones. Pero las tres películas arrasaron en
taquilla y el resto, como se suele decir, es historia. Sí veo, en cambio, más
la trilogía de El Hobbit como una
operación comercial un tanto descarada, consideraciones artísticas al margen:
me “fascina” cómo Jackson consiguió sacar tres películas de un solo libro que no
pasa de las 300 páginas. Ahí sí que no habría estado nada mal una mayor
concreción… aunque quedó bastante claro que la vaca de Tolkien ya quedó
suficientemente exprimida por Jackson. Salvo que uno de estos días desee
adaptar El Silmarillon…
—En esencia, ¿qué ofrece el cine de Peter
Jackson? ¿Y cómo lo refleja vuestro libro?
—Resumiendo
muchísimo, un viaje hacia la fantasía en todas sus vertientes, y la humanidad
en la monstruosidad y viceversa con una mirada muy particular. Y espero que el
libro suponga una aproximación a su figura y su cine bien sea mediante las
reseñas, mediante los “así se hizo” o, idealmente, mediante ambas cosas. Es
decir, si el lector no está de acuerdo respecto a las reseñas, ojala que el
libro sea utilizado como fuente de consulta con la información que en él se
maneja. Y al revés: si el lector no está interesado en absoluto con el
anecdotario de producción y prefiere leer textos analíticos, que las reseñas generen
un interesante debate intelectual.
—Llevas años escribiendo sobre cine, pero
también firmando reseñas de libros y publicaciones dedicadas a la temática.
Entonces, como testigo privilegiado de estos últimos tiempos de actividad
editorial en nuestro país, ¿cómo ves el panorama de la edición de libros de
cine en España?
—Observo,
por supuesto, que continúan publicándose libros muy recomendables a cargo de
autores ya consagrados o de jóvenes promesas que a buen seguro continuarán
proporcionando alegrías a los aficionados a este tipo de literatura. También se
publican libros malos, en ocasiones a personas que no conocen siquiera unas
mínimas reglas básicas de ortografía (suerte que los más afortunados tienen
corrector…) o que, en los casos más graves, carecen de la mínima formación
cultural que se les presupone (aunque no sufren demasiado por esto: gracias a
su extraordinaria habilidad para “vender motos” publican con cierta regularidad
y, con suerte, dirigen eventos relacionados con el Cine). Afortunadamente son
excepciones, claro. También con el paso de los años me voy enterando de ciertas
prácticas puestas en marcha por parte de determinadas editoriales. Mi “favorita”:
la de no pagar a los autores. Una aberración para cualquier persona con dos
dedos de frente y de la que resulta bien sintomático y preocupante que haya autores
que a pesar de ser conscientes de que no van a cobrar ni un mínimo de dinero,
no protesten siquiera. Puedo entender el unirse a esas editoriales cuando se
trata de un autor desesperado por publicar o cuando es engañado, pero no cuando
se es plenamente consciente de que no va a ver una compensación económica más
allá de contar con una buena distribución para su obra. Como diría el recientemente
fallecido Prince, todo un “signo de los
tiempos”.
—¿Y respecto a la eclosión de fanzines?
—Ahora
vivimos ciertamente en una especie de nueva era de los fanzines y cada vez van
surgiendo más publicaciones a cargo de gente nueva o de veteranos en esto que
se denomina el Fandom. Explorando
nuevas temáticas o reincidiendo en las películas y personalidades ya suficientemente
tratadas en años y décadas pretéritas. Personalmente prefiero la primera opción,
pero tampoco desprecio la segunda. Eso sí, siempre y cuando se aporte
información valiosa y se hagan análisis críticos que cuenten con un cierto
atractivo para el lector. Es lo mínimo que puedes pedir sea una publicación más
o menos profesional o amateur, ¿no?
En la actualidad tenemos una gran variedad de fanzines para escoger; será
cuestión de tiempo comprobar cuáles continuarán en la brecha y cuáles cesarán
de publicar números. Habrá que permanecer bien atentos durante los próximos
años para ver cómo evolucionan tanto los fanzines como el propio Fandom, aunque igual es solo impresión
mía, pero observo, desde mi posición más bien distante (más que nada porque no
considero pertenecer al círculo Fandom),
que ahora mismo se encuentra en líneas generales en un constante estado de
crispación mediante enfrentamientos públicos y situaciones surrealistas que no
benefician a nadie.
—Respecto al oficio de crítico, que llevas
tiempo ejerciendo, ¿es posible salvaguardar y defender la propia honestidad
profesional, frente a las eventuales presiones y compromisos externos que
pueden surgir en el sector editorial y en el Fandom? ¿La independencia tiene un precio?
—Sé
que es difícil tratar de ser lo más ecuánime posible cuando se trata de reseñar
un libro, un fanzine o cualquier otra publicación, pero siempre procuro mostrar
independencia en mis juicios tratando de argumentar el por qué me gusta o no me
gusta una obra. También soy consciente de que tengo cierta reputación de
“terrorífico” para algunos autores y editoriales, precisamente por las reseñas
negativas que he hecho, hasta el punto de que algunos dudan si mandar
ejemplares de prensa o no… aunque también cabe decir que hay autores que no han
dudado en querer mandar sus obras a Ultramundo
para ser reseñadas. Yo particularmente no veo por qué debería de causarles
temor: una de mis mayores “ilusiones” como crítico sería que algún día alguien
hiciese una gráfica poniendo a un lado el porcentaje de libros que he puesto
bien y a otro lado los que no me han gustado mucho. Observaríais que las
reseñas positivas ganan por goleada aplastante. ¿Qué es lo que ocurre? Que se
recuerdan más las pocas negativas que he escrito. Es más, yo como lector en el
fondo me conformo con muy poco y siempre tiro por lo positivo. Lo que no soy
capaz de soportar es el tono de “colegueo” y tuteo que algunos autores, novatos
e incluso veteranos, adoptan cuando se ponen a escribir mediante expresiones
más propias de José Luis Torrente que de un escritor de libros de cine al que
se le debe presuponer, cuando menos, un cierto respeto hacia el lector. Estas
obras, ya lo digo por aquí, se encontrarán invariablemente, salvo sorpresa, con
una reseña negativa. En cuanto al precio de la independencia, se paga con
retirar las invitaciones a un festival para presentar libros, con ser objeto de
mofa y acusaciones falsas en redes sociales aprovechando que uno mismo no pueda
contestar en determinado perfil y con que te etiqueten como un crítico
implacable. No más. Pero no me obsesiono con estas cuestiones: yo me gano la
vida con otros medios, esto es tan sólo una afición y lo que firmo yo lo puede
firmar cualquier lector que sea un poco exigente. Además, cuando eres escritor
y tus trabajos están expuestos al público, debes ser receptivo con las
opiniones negativas argumentadas. Como lo estaré yo cuando vea una reseña en
contra de los libros en los que participo o de mis artículos. En este sentido,
me encantó una frase que dijo Michael Cimino cuando le preguntaron en
televisión por el fracaso de La puerta
del cielo (Heaven’s Gate, 1980) y
la recepción desastrosa que recibió en su estreno inicial por parte de público
y críticos: “Si eres un boxeador y te
subes encima de un ring, no puedes quejarte cuando te golpeen”. Pues eso.
—¿Qué aconsejarías a los nuevos faneditores
y autores que empiezan?
—No
sé si estoy capacitado para ofrecer muchos consejos puesto que yo acabo de
empezar como quien dice. Para autores y faneditores que den sus primeros pasos,
tanto en el ámbito de la literatura cinéfila como en otros campos, valen los
siguientes que voy a citar: lo más importante de todo es que no cunda en ellos
el desánimo por muchas dificultades que puedan encontrarse por el camino, el
cual probablemente esté lleno de piedras y obstáculos que sortear en forma de
rechazos, zancadillas involuntarias o provocadas, egos indomables e ineptitud;
pero con tenacidad, voluntad y entusiasmo todo puede superarse. Además, la
experiencia siempre será un grado para ir aprendiendo qué es lo que se debe
hacer y qué es lo que no. Procurad también tratar de no hacer a los demás lo
que no os haríais a vosotros mismos. Y, para finalizar, no importa qué temática
abordéis, procurad siempre tener en mente al posible lector, respetadlo y
haceos la siguiente pregunta: ¿qué me gustaría a mí leer en un libro sobre tal
o cual director, película u objeto de estudio?
—Sin duda son consejos bien razonables. No
dudes en añadir lo que quieras, a modo de conclusión.
—Te
agradezco mucho la atención dispensada hacia mí y hacia Peter Jackson: Celestiales y monstruosas; espero y deseo que los
lectores disfruten con el libro. Aprovecharé para recordar que este año saldrá
otro libro en el que participo: el monográfico dedicado a la trilogía de Las Tres Madres de Dario Argento, en el
cual también intervienen autores de la talla de Joaquín Vallet, Ramón Alfonso,
Frank G. Rubio, Fernando Rodríguez Tapia, David G. Panadero y Ángel García
Romero. Está coordinado por Miguel Díaz, las ilustraciones corren a cargo de
Agustín Ferrer y el prologuista es nada menos que Luigi Cozzi, quien pocas
presentaciones necesita para los aficionados al fantástico. También me
encuentro a la espera de la reedición por parte de Applehead Team Creaciones de
Terminator: El imperio de Skynet, para la cual hace tiempo que ya
están entregados los textos referentes, fundamentalmente, a Terminator: Génesis (Terminator Genisys, Alan Taylor, 2015).
En esta reedición, además de las actualizaciones, se corregirán algunos errores
de maquetación. Confío en que esta nueva edición salga al mercado lo antes
posible. Aunque no me gusta hablar sobre proyectos que todavía no se han hecho
públicos, también aprovecharé la ocasión para decir que este año, con suerte,
saldrán también otros dos libros puestos en marcha por Ultramundo y en los que también participo. El año que viene, por
cierto, saldrá publicado un libro que también es proyecto de Ultramundo pero que en esta ocasión he
ideado yo y espero que guste mucho en cuanto aparezca. Además de todo eso,
también hay más futuros proyectos en cartera, pero de ellos se hablarán en
cuanto puedan hacerse públicos. Como diría John Doe en Seven (Seven, David
Fincher, 1995), “echaría a perder la
sorpresa”… Y, ya para poner el punto final a esta charla, decir que ha sido
un verdadero placer contestar a tus preguntas y que nunca me hubiera imaginado,
hace varios años, que acabaría siendo entrevistado por ti en relación a un
libro en el que participo yo. Como bien cantó Rubén Blades: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la
vida”…