domingo, 25 de enero de 2015

“CINE-BIS” (Nos. 2 Y 3) EN FILMOTECA ESPAÑOLA





El éxito de público durante la presentación del nº 1 de Cine-Bis en Filmoteca Española el 29 de marzo de 2014, supuso un estímulo importante para continuar impulsando esta audaz iniciativa editorial cuyo primer número edité en octubre de 2013. Audaz merced a su propuesta cinéfila, pues en España no ha existido una revista dedicada en exclusiva al estudio de los géneros cinematográficos, además desde una perspectiva histórica y reivindicativa, por supuesto también crítica, alejada de los parámetros que cultivan el resto de publicaciones del sector: la actualidad cinematográfica acompañada de algún puntual ensayo retrospectivo.
Naturalmente, en una sociedad como la actual, donde sólo importan el aquí y el ahora, parecía una aventura insensata embarcarse en una publicación de las características de Cine-Bis. Sin embargo, la travesía continúa sin eventuales tropiezos y con creciente repercusión entre los aficionados al Séptimo Arte.
Así, una vez más, decidimos presentar los números 2 y 3 de la revista en el excelso marco de Filmoteca Española, institución que tan bien nos ha acogido en nuestros inicios. De este modo, el pasado 20 de noviembre de 2014, jueves, a las 19:30 h. y en la sala 1 del Cine Doré, Carlos Aguilar, Juan Andrés Pedrero Santos y un servidor nos reunimos para mostrar al público congregado los avances logrados con Cine-Bis. Dos números donde se dan cita entrevistas a los actores Giuliano Gemma, Eli Wallach y Federico Boido, así como al director Antonio Margheriti, dossieres sobre el cine Blaxploitation, el Western Crepuscular y el Thriller Coreano, artículos sobre la bizarra trilogía consagrada a la sádica y sexy Ilsa, la saga de Emanuelle negra interpretada por Laura Gemser, las adaptaciones de la novela de Fannie Hurst Imitacion de la vida, las versiones fílmicas del tristemente célebre motín de la Bounty, estudios sobre cult movies –la rusa Viy (1967), la americana rodada en esperanto Incubus (1965)–, acercamientos a la vida y la obra de fascinantes cineastas como Curtis Harrington y Hugo Fregonese, un paseo por el poco conocido cine de divulgación sexual y sendas charlas con José Antonio Diego Bogajo y Diego López, faneditores, respectivamente, de Exhumed Movies y El Buque Maldito.
Además, como complemento posterior a la charla, pudimos disfrutar de la proyección en VOS de uno de los filmes emblemáticos del Western Crepuscular, en su vertiente contemporánea, nada menos que Los valientes andan solos (Lonely Are the Brave, David Miller, 1962), con el gran Kirk Douglas.

Un 20 de noviembre inolvidable, como digo, por muy diferentes motivos: por la gran acogida de público, por reencontrarme con grandes amigos y colegas como Carlos Aguilar, su mujer Anita Haas, el esotérico Frank G. Rubio, el mítico y entrañable director Eugenio Martín, y por tener la oportunidad de conocer al fin, en persona, a muchos de los estupendos colaboradores que, durante años, han contribuido con sus magníficos textos a enriquecer las páginas de mi publicación Quatermass, y ahora Cine-Bis: Juan Andrés Pedrero Santos, David G. Panadero, José Manuel Serrano Cueto, José Luis Salvador Estébenez, Rubén Higueras Flores –quien finalmente no pudo acudir al Doré; pero, por increíble que parezca, nos encontramos al día siguiente, por pura casualidad, en la sección de películas de unos grandes almacenes–... No olvido, por supuesto, a buenos seguidores de ambas publicaciones con quienes tuve el placer de charlar allí animadamente: David Montalvo, Roberto García-Ochoa Peces, Alberto Quintanilla, Ignacio López (director ejecutivo del cine Artistic Metropol)… Y si a esto le sumamos unas buenas jornadas gastronómicas en locales tan recomendables y suculentos como la taberna La Fetén (C/ Moratín, 40) y la bodeguilla Los Rotos (C/ Huertas, 74), más una estupenda sobremesa en el no menos emblemático Café Central (Plza. del Ángel, 10), puedo afirmar que esta visita a Madrid ha supuesto para mí, como de costumbre, un auténtico disfrute.
Como testimonio del acontecimiento aquí os dejo varias imágenes de la presentación y de los amigos que nos acompañaron y apoyaron durante el acto, así como la transcripción de nuestras intervenciones en el escenario del Cine Doré. Agradezco, asimismo, a Catherine Gautier, directora adjunta de Filmoteca, su gestión para la buena marcha del evento.

CARLOS AGUILAR: Buenas tardes en nombre de Filmoteca Española y, naturalmente, también en nombre nuestro; para nosotros es un honor esta congregación, esta complicidad que existe entre la sala y la mesa. Pues bien, estamos aquí para presentar los números 2 y 3 de una revista singular, Cine-Bis, que puede gustar mucho, poco o nada, por supuesto, pero que no se parece a ninguna otra de las que se hacen actualmente en España. Es una revista que trata sobre cine de género, entendido en su acepción más amplia. Es decir, entra todo, entre comillas, basta con que tenga calidad y con que justifique hablar de él. Voy a ceder la palabra primeramente a uno de los autores, que está aquí con nosotros, y acto seguido hablará su editor, maquetador y director, Javier G. Romero. En primer lugar habla, pues, Juan Andrés Pedrero Santos, un escritor sobradamente conocido que ha publicado varios libros, sobre John Carpenter, sobre Ridley Scott, sobre Tarzán en el cine, tema bien apasionante, y que en este número ha participado así mismo para ofrecer su personal visión sobre unas películas muy específicas, como son las basadas en el famoso motín de la Bounty, películas de aventuras marítimas que naturalmente se contemplan en la publicación.


JUAN ANDRÉS PEDRERO SANTOS: Hola, buenas tardes. Antes de nada quería dar las gracias a Javier por acordarse de mí para colaborar en este nº 3 y también por esta ocasión de estar aquí con él y con Carlos, porque pienso que son una referencia para todos los que escribimos sobre cine en España, y creo que es justo mencionarlo. En cuanto a mi colaboración en el nº 3 de Cine-Bis Javier quería introducir la aventura en la revista, que hasta ahora no había tenido presencia, y me propuso hacer algo sobre las versiones fílmicas del hecho real de la tragedia de la Bounty en el siglo XVIII. Aunque todos los géneros están más o menos codificados, en el de aventuras es donde más posibilidades hay de ser libre y original. En este caso, el tema de la Bounty representa la aventura pura y dura, porque hay un héroe, hay romanticismo, hay un villano, incluso hay un viaje, que suele ser iniciático, y hay una misión, la del buque británico encargado de surcar el océano hacia Tahití para recoger el árbol del pan y trasplantarlo en el Caribe obteniendo así alimento para los esclavos. Por estas razones es un buen representante de la aventura de género en el cine. En mi colaboración hablo de todas las versiones que ha habido, una primera muda, australiana, que por desgracia está desaparecida, una segunda versión ya sonora donde colaboró Errol Flynn, que curiosamente, y como anécdota, os diré que su madre era descendiente de los amotinados de la Bounty; y luego las tres películas más importantes que han tratado el tema, la del año 1935, con Clark Gable y Charles Laughton, la dirigida por Lewis Milestone en 1962 con Marlon Brando y Trevor Howard, y la más reciente, de 1984, con Mel Gibson y Anthony Hopkins. Cada una trata el tema a su manera, con distintos enfoques y matices, pero para mí la mejor es la interpretada por Brando, una película típica de aquella época en la que el cine se veía amenazado por el auge de la televisión e intentaba presentar grandes producciones en color, con gran formato, muchos extras… De todo eso, y de la épica de la aventura, hablo en mi artículo.

CARLOS AGUILAR: Cedemos la palabra ahora al director, maquetador y editor de la publicación, Javier G. Romero, que ha venido expresamente desde Bilbao.


JAVIER G. ROMERO: Gracias, Carlos, Juan Andrés. Y muchas gracias a todos vosotros por asistir a esta presentación. Estuvimos hace unos meses, en marzo, presentando el nº 1 de Cine-Bis, que entonces era un proyecto editorial muy ilusionante; los inicios de este tipo de aventuras siempre son, desde luego, ilusionantes, pero también arriesgados. No sabíamos en ese momento si iba a calar entre los lectores, si íbamos a tener seguidores, y finalmente parece que sí, que está cuajando. De hecho hemos llegado ya al nº 3, y preparando el nº 4, lo que significa que Cine-Bis empieza a tener una trayectoria; un recorrido interesante, respaldado sobre todo por vosotros, por los lectores. Presentamos hoy, como ha señalado Carlos, los números 2 y 3 de Cine-Bis y siempre con el ánimo de rescatar el cine de género que, por desgracia, tan abandonado está desde hace bastante tiempo por las actuales publicaciones de cine. Entonces, el espíritu que quiero que identifique a esta publicación es el de ahondar y viajar por todas esas emociones increíbles que nos proporcionan los diferentes géneros cinematográficos, desde el cine fantástico, hasta la comedia, pasando por el bélico, el western, incluso el cine erótico, el de animación, el thriller, el de aventuras, en este caso marítimas, sobre las que ha escrito Juan Andrés de manera tan estupenda. En efecto, yo me entrego en cuerpo y alma a la publicación porque como bien ha dicho Carlos soy el editor, soy el diseñador y maquetador, también soy escritor, hago mis propios artículos… Es un trabajo sin duda agotador. Pero me lo paso fenomenal, disfruto enormemente, porque además cada uno de los textos que voy recibiendo de los colaboradores para mí es como una aventura absolutamente novedosa, no sé con lo que me voy a encontrar. Sí sé que voy a hallar calidad porque todos ellos, y creo que puedo afirmar que me he rodeado de un equipo de profesionales muy notables, todos ellos, como digo, saben enfocar perfectamente el tipo de artículo que busco, con rigor pero a la vez con amenidad; es decir, no se trata de hacer una cosa en plan friki, inconsecuente, pues la gente terminaría pensando que es una especie de estupidez estudiantil. Pero tampoco queremos hacer unos textos inaccesibles, ladrillos incomprensibles, semióticos, que no llegarían tampoco al común de los mortales. Por lo tanto, creo que hemos alcanzado un equilibrio bastante bonito entre ese rigor y esa amenidad: textos muy asequibles a los que no falta un fondo de aportación importante para que al final Cine-Bis tenga un peso específico. Yo, concretamente, en estos dos números me he encargado, además, de escribir un dossier sobre el Western Crepuscular, una modalidad específica de este género que surgió a mediados-finales de los años 60 y que a partir de una obra maestra como fue Grupo salvaje, de Sam Peckinpah, marcó toda la década siguiente con ese tratamiento crispado de la violencia, con un tono desmitificador, revisionista, nostálgico… Y es un tipo de cine que hoy en día se conoce muy poco, pero que está ahí y ocupó la práctica totalidad de los años 70 legando obras interesantísimas que no tienen nada que ver con lo que se conoce como el western tradicional de indios y vaqueros. Estamos hablando de otra cosa. En aquel momento, en aquella década, Estados Unidos atravesaba una época especialmente peliaguda a nivel interno, participaban en la guerra de Vietnam, estaba Nixon con su asunto Watergate, preocupaba el tema de la reivindicación de los derechos civiles de los afroamericanos, también de los indios americanos… Había una serie de revuelos que afectaban al país a un nivel social y político. Y todo eso se ve reflejado en el Western crepuscular. Por lo tanto hablamos de westerns casi “políticos”, pero tampoco. En cualquier caso, os recomiendo que si tenéis oportunidad y ocasión revisitéis este género.
Bien, cambiando de tercio quiero recalcar otra cosa: esta publicación no se puede encontrar en las tiendas, está pensada específicamente para venderla a través de una dirección de mail. A la entrada se han estado repartiendo unas octavillas donde aparece una dirección: quatermass@hotmail.com. Escribid ahí, yo os contesto de manera personalizada y os indico cómo se puede conseguir la publicación.
Antes de dar entrada a Carlos quiero hacer hincapié en que estoy muy contento y muy orgulloso del equipo de escritores que se ha ido agregando a Cine-Bis, y no solamente de gente veterana sino también de nuevos valores que pueden aportar cosas muy interesantes. Así, nos estamos juntando varias generaciones de escritores en Cine-Bis, y al respecto no quiero dejar de mencionar a Pablo Herranz, Adrián Sánchez, Fernando Rodríguez Tapia, Pablo Fernández, Ángel García Romero, Ramón Freixas y Joan Bassa, José Luis Salvador Estébenez, Juan Carlos Vizcaíno Martínez, la escritora canadiense Anita Haas y el autor italiano Davide Pulici.
Y ahora quiero dar la palabra a Carlos Aguilar, porque él también tiene una participación importantísima con una serie de aportaciones de lo más suculentas, entre artículos y entrevistas.

CARLOS AGUILAR: En cuanto a mis aportaciones quiero decir que son tristísimas, porque en parte por casualidades funestas de la vida, y en parte porque lo hemos buscado así, todas versan sobre amigos muertos. En el nº 2 tengo un artículo sobre Curtis Harrington, un director americano muy curioso, muy interesante, en cierto modo malgastado, desaprovechado, que era un tipo verdaderamente pintoresco, estrafalario, un homosexual satanista con una visión muy especial de las cosas, experto en cultura europea, experto en arte, cuyo ídolo era Buñuel… Yo le traté bastante en Italia y la última vez que le vi fue en su casa, en Hollywood, una mansión delirante, no os podéis imaginar, que podría convertirse en un museo de lo bizarro, de lo anómalo. Estuvimos allí cenando con mi mujer, la escritora Anita Haas, que en el nº 3 de Cine-Bis firma una apasionante entrevista con el legendario actor Eli Wallach, y con otro amigo de la profesión, también tristemente fallecido hace poco, el actor John Phillip Law. Curtis Harrington era un director muy muy singular, a mí me impactaron mucho sus dos primeras películas cuando las vi en televisión, con un doblaje infame y con anuncios, y aun así capté que ahí había algo, eran Night Tide y Queen of Blood. Nos conocimos, entablamos una cierta amistad y, bueno, falleció hace unos años. Que yo sepa no había nada publicado en español sobre él, así que le propuse a Javier cubrir ese hueco y aceptó encantado. Los otros amigos fallecidos, actores ambos, son italianos, Giuliano Gemma y Federico Boido. Yo tenía mucha amistad con Giuliano, escribí un libro sobre él cuando se le rindió merecido homenaje en el Festival de Almería, y un buen día descubro que el actor, famosísimo por sus escenas de acción, ha fallecido en un aparatoso accidente de circulación a las afueras de Roma. Habíamos hablado una o dos semanas antes; entonces, juntando las últimas conversaciones que tuvimos y extractando del libro que escribí sobre él, que ya está agotadísimo, he ido pergeñando una entrevista de homenaje póstumo a Giuliano. El otro profesional que aparece entrevistado por mí es un caso todavía más patético: Federico Boido era un actor secundario que hacía siempre papeles de composición de malo en spaghetti westerns, aparecía y lo mataban, normalmente salía en una escena. Fue muy querido por Mario Bava, de quien seguramente algunos de vosotros sabréis que publiqué hace un par de años un libro sobre él. Para Bava era una especie de segundo hijo y le incluyó en el reparto de tres de sus películas: Terror en el espacio, Diabolik y Roy Colt y Winchester Jack. Federico y yo nos habíamos visto en Roma hace poco, le había hecho la entrevista, ya estaba maquetada y preparada, y a punto de entrar el ejemplar en imprenta falleció también. La tercera entrevista es a Antonio Margheriti, un director muy curioso que empezó muy bien y nadie le hizo caso, nadie le consideró bueno, y él entonces se dedicó a ganar dinero. Y ganó mucho, muchísimo, vivía en una villa a las afueras de Roma, que no terminaba nunca. Un tipo muy peculiar con mucho sentido del humor; cuando nos conocimos yo apenas hablaba italiano pero aun así conseguimos entendernos y hacer esta entrevista que también sale a título póstumo. Por tanto, son muy entrañables para mí estos números de Cine-Bis, no sólo a nivel profesional sino también a nivel personal por estas entrevistas y este ensayo sobre gente que merece la pena, gente que dedicó su vida al Cine, que no fue lo suficientemente valorada y que era verdaderamente estimable en un sentido artístico y también humano. Con lo cual, insisto, no sólo mi profesionalidad, mi faceta de historiador cinematográfico, sino también mi corazón está con estos dos números porque han sido importantes en mi vida. Y bien, nada más, simplemente recordaros que la película seleccionada, Los valientes andan solos, de David Miller, la hemos elegido en base a este artículo doble sobre el Western crepuscular, cuya primera parte está en el número 2, y finaliza en el 3. Es una película muy estimable, con un Kirk Douglas extrañamente sobrio, o más de lo que acostumbraba, aquí no rechina los dientes ni mete la panza. David Miller era un director muy interesante, de hecho otra película suya de aquella época, Un grito en la niebla, igualmente está muy bien. Tanto por lo que representa la película en sí, como por lo que supone dentro del artículo, nos parecía muy oportuna para elegirla; además, es un título que aun siendo esto que se dice ahora, “de culto”, no es demasiado conocido. Por ejemplo, Clint Eastwood siempre ha reconocido una fascinación especial por ella, en la que se inspiró parcialmente para hacer aquella película suya, estupenda, Un mundo perfecto, protagonizada por Kevin Costner, y el propio Douglas siempre la ha destacado como una de sus películas favoritas, incluso por encima de las que hizo con Kubrick y demás. Bien, simplemente agradeceros vuestra presencia, felicitaros por haber venido a ver una película tan estupenda y reiterar que para mí participar en Cine-Bis es un placer y un honor. Gracias.

domingo, 18 de enero de 2015

ROB ZOMBIE, LAS SINIESTRAS ARMONÍAS DE LA SORDIDEZ. Entrevista a Daniel Rodríguez Sánchez




La eclosión editorial que en nuestro país está viviendo el cine fantástico mediante la publicación de fanzines y libros especializados, propicia desde hace algún tiempo la aparición de jóvenes autores entrenados, sobre todo, en la siempre hiperactiva blogosfera. Daniel Rodríguez Sánchez (Gijón, 1984) es uno de estos nombres recién llegados consagrados al estudio del género fantástico y de terror, ámbito de la cultura popular que ha desgranado en numerosos textos pulsando sus variadas disciplinas: cómic, literatura, cine… Tras un previo periodo curtiéndose en diversas webs y blogs, firma ahora en solitario su primer libro –nº 1 de la Colección Ultramundo–, Rob Zombie. Las siniestras armonías de la sordidez (Tyrannosaurus Books, Barcelona, 2014), a su vez pionero ensayo en lengua española dedicado a la controvertida figura de este músico y cineasta norteamericano, responsable de obras tan estimulantes como su debut en el cine, La casa de los 1000 cadáveres (House of 1000 Corpses, 2002), o bizarras como la inquietante The Lords of Salem (The Lords of Salem, 2012). Obras estas, más el resto de su macabra filmografía, que personalmente me atraen y seducen por su delirante sentido del horror y la contundencia del universo malsano, no exento de un humor feroz, que Zombie plasma en impactantes pero sólidas imágenes, mediante un discurso tan particular como atractivo.
Es pues el presente libro una obra singular, por la que tengo un especial aprecio y que recomiendo para adentrarse en la tortuosa y enloquecida filmografía de este creador a contracorriente. Precisamente el entusiasmo que me suscitan los filmes de Zombie me animó a aceptar la gentil invitación de Miguel Díaz González, coordinador de la obra, para colaborar en sus páginas redactando el prólogo; no obstante, compruebo con tristeza que, finalmente, y en contra de lo habitual en el sector, no se me ha consignado como autor del mismo ni en las cubiertas (lo más usual) ni en los créditos ni en el índice del libro. En cualquier caso, rescato a continuación un fragmento de mi texto, para dar pie así a la charla mantenida con Daniel Rodríguez Sánchez, dispuesto a explicarnos la génesis del libro y las diversas claves de su trabajo como escritor y estudioso del inclasificable Rob Zombie: “Invito al lector a adentrarse en esta meticulosa aproximación a la obra del realizador, cuyos filmes cobijan, sin el menor empacho, la humorada salvaje, la alucinación mesiánico/satánica, la impudicia más licenciosa, trastornos singulares de la mente, personajes vesánicos inmersos en una furiosa atmósfera transgresora… y con un paradójico sentido de la coartada sociológica. Al fin y al cabo, no hay necesidad de justificar lo que, en la realidad paralela creada por Zombie, no precisa ser explicado: el nihilismo de un Mal que niega todo sentido a la vida tal y como la conocemos”.



Eres un autor relativamente joven, pero ya has demostrado una clara preferencia por el género fantástico. Cuéntanos cómo comenzó esa pasión tuya por este tipo de cultura popular y cómo empezaste a colaborar con diversas webs.

Mi admiración y devoción por el fantástico podría decirse que se inició simultáneamente con mi interés por el cine, a una edad bastante temprana. Aunque siendo un jovencísimo espectador me comenzó a atraer cualquier tipo de ficción, es en el terror y la fantasía donde encuentro mis mayores preferencias: estos géneros juegan con unas realidades complejas y en muchos casos perturbadoras, que habitualmente se utilizan para mostrar ese lado oscuro e inquietante de nuestra cultura. Esto no es algo que se pueda apreciar en el día a día (como sí podría ocurrir con otro tipo de géneros) y sus mecanismos acaban siempre por generar una conexión con el espectador en busca siempre de su inquietud. Me parece muy atrayente esa manera de mostrar el reverso oculto de la realidad, y que las clásicas películas de terror han sabido expresar muy bien. Mis inicios como escritor comienzan hará unos ocho años, cuando empiezo a colaborar con el portal Ultramundo gracias a la invitación de su responsable, Miguel Díaz. Aunque mis contribuciones a la web están enfrascadas principalmente en la crítica de cine, también me ocupo de la reseña de obras de otros medios como la literatura y el cómic. A partir de ahí me surgió la oportunidad de colaborar también con otras webs como Cine Maldito, además de mi participación en el llamado podcasting u otros eventos culturales.

En agosto de 2014 por fin te lanzas al ruedo de la blogosfera y fundas El Gabinete del Reverendo Wilson, inaugurándolo, si mal no recuerdo, con un Dossier Lovecraft…

La apertura de un blog era algo que tenía en mente desde hace tiempo. Me apetecía mucho la posibilidad de fundar un website propio en el que organizar de manera muy personal sus contenidos y características. Mi idea con El Gabinete del Reverendo Wilson, que aún se encuentra en un fase muy inicial, es la de crear un pequeño espacio donde dar cabida a ese sector más underground de la contracultura que consumo día a día. Siendo consciente del gran número de espacios similares que hay en la red, afronté el blog como un capricho personal: lo veo como un pequeño espacio donde esparcir mis impresiones sobre obras de diversa índole, haciendo hincapié en el fantástico y con el sano objetivo de congregar un modesto grupo de lectores con los que intercambiar opiniones. Y sí, uno de los primeros contenidos con los que di el pistoletazo de salida fue un dossier dedicado a la obra de H. P. Lovecraft; en estos momentos estoy inmerso en la lectura de su obra menos conocida, y me parecía una muestra perfecta del tipo de contenido que me gustaría que caracterizase al Gabinete. Aunque, como digo, la evolución del sitio es bastante lenta, ya que le dedico el poco tiempo libre que me dejan otros trabajos paralelos relacionados con la escritura.



Has debutado por todo lo alto en la bibliografía cinematográfica con un libro consagrado al cineasta Rob Zombie. ¿Qué te atrae de este polifacético artista estadounidense?

Digamos que el origen de mi interés por Rob Zombie es parejo al que me suscitan otros de sus compañeros de generación. Rob pertenece a una escuela de jóvenes realizadores, nacida con el encanto de lo espontáneo a principios de la década de los 2000, que quisieron ofrecer un impacto estético y formal al cine de terror de entonces. Nombres como Eli Roth, James Wan, Alexandre Aja, Greg Mclean o el propio Zombie han destacado por ofrecer una serie de productos de género tremendamente viscerales, explícitos, y con los aires guerrilleros y salvajes de la época dorada del cine de terror de los 70. Vi la eclosión de estos realizadores como una  respuesta actual a esa generación surgida décadas atrás donde gente como Wes Craven, Tobe Hooper, Bob Clark y un largo etcétera revolucionaron el género y le añadieron un árido realismo en base a una simbología violentísima, sin descartar incluso las connotaciones critico-sociales, pero dentro de un bajo presupuesto que les hacía luchar contra la escasez de medios con un excelso nervio narrativo. El caso de Rob Zombie me pareció el que mejor se amoldaba a esta mirada al pasado donde parece prevalecer su condición de espectador apasionado frente a la de realizador, añadiendo unas claras, perversas y personalísimas señas de identidad que ya se vislumbraban en las otras facetas que desarrolló antes de debutar en la dirección con La casa de los 1000 cadáveres.

¿Puedes contarnos cuál ha sido la génesis, el origen del libro? ¿Estás satisfecho del resultado final?

El origen de la publicación nos lleva a mi colaboración con Ultramundo. Miguel Díaz me encargó hace ya unos años la realización de un dossier analítico sobre la filmografía de Rob Zombie, bajo un formato de reseña que empezaba a implantarse en la web durante ese tiempo. Consistía en la división del texto en dos partes: una en la que desarrollar una crítica puramente cinematográfica, dejando en una segunda sección el estudio sobre los datos informativos de cada una de las películas. Debido a mi admiración por el artista, creció en mí un sentimiento de obligación por realizar el más completo trabajo que mi capacidad pudiera abarcar, así que me zambullí en una ardua labor de documentación e investigación acerca de la faceta cinematográfica de Zombie. Quedaron unos trabajos bastante extensos, por lo que Miguel me sugirió la posibilidad de dar el paso al formato libro y editar una monografía de Rob Zombie en papel. La idea me pareció fantástica y me dispuse a reescribir los textos con la intención de darles unidad, además de extender el estudio a las otras vertientes del autor, como la música y el cómic. De un artista tan personal como Rob, con unas particularidades tan arraigadas, me pareció indispensable abordar todas sus facetas artísticas para reconducir el análisis hacia sus personales rasgos de estilo. El proyecto se ofreció a Tyrannosaurus Books, que aceptaron de primeras, y la publicación se convertiría en el primer número de la “Colección Ultramundo”, una colaboración entre la editoral y la web donde dar cabida una serie de libros sobre cineastas que aún no tenían monografías propias (como es el caso de Zombie) o que no gozasen de un relevante análisis previo. Estoy muy contento con el resultado final, no sólo por la ilusión de ver en papel un proyecto que nace desde la pasión y trabajo diario de un medio tan injustamente subestimado como es un blog, sino también porque creo que mi particular visión global de Zombie ha quedado bien plasmada en el texto.



¿Cómo te planteaste tu acercamiento a la obra de Rob Zombie, siendo esta tan dispar y tocando varias disciplinas artísticas?

La estructura de la obra venía en parte marcada por el formato de reseña que he mencionado antes, que tanto Miguel Díaz en sus labores de coordinación como yo a la pluma  queríamos que fuese una de las señas de identidad de la Colección Ultramundo. Esta organización del texto me pareció bastante acorde a lo que tenía en mente para abordar todas y cada una de las constantes y señas de identidad del artista. Por ello, era indispensable que en el análisis puramente cinematográfico de cada una de sus películas estuviesen referenciadas sus particulares características de estilo, tanto las influencias puramente fílmicas como aquellas que se nutren de referencias sociales, contraculturales y de su oscuro y perverso ideario, las cuales pueden encontrarse además en las otras facetas abordadas por el artista. En el apartado dedicado a desentrañar todos los recovecos relacionados con los aspectos paralelos de cada una de sus obras, me pareció muy interesante la inclusión de la propia mirada de Zombie hacia el amplio bagaje (contra)cultural que compone su estilo, además de la valoración del propio artista sobre su obra. Debido a ello estudié buen número de entrevistas a Rob, que para mí como autor supuso la apasionante experiencia de inmiscuirme en la mirada de un creador sobre su propia obra y ese nutrido grupo de referencias ajenas por las que comparto admiración. De Zombie destaco cómo en cada una de sus facetas artísticas están presentes las constantes que conforman una iconografía que él mismo ha ido confeccionando en base a algunos de sus más oscuros apuntes biográficos y al consumo masivo de todo tipo de cultura underground. La manera en que estas diatribas tan personales confluyen en toda su obra, adaptándose a cada una de las facetas que ha tocado, era una auto-obligación autoral que tenía en mente abordar desde el inicio del proyecto.



¿Distinguirías diversos estilos en el cine de Zombie, dependiendo de la película, o responde su visión siempre a un ideario particular? Por ejemplo, películas como Los renegados del diablo (The Devil’s Rejects, 2005) o The Lords of Salem (2012) pueden parecer, a simple vista, muy diferentes en cuanto a estilo narrativo y visual…

Personalmente creo que Zombie es fiel a una simbología y estilo muy personales, que ha ido labrando y perfeccionando con el paso de los años. Da especial importancia a la estética como medio de exposición de su nervio narrativo, logrando con Los renegados del diablo la depuración de unas maneras que en La casa de los 1000 cadáveres se exponían casi de forma experimental. Precisamente citas The Lords of Salem, la película en la que su narrativa mutó para exponer un terror mucho más atmosférico, ambiental y con alto grado de abstracción, aprovechando la libertad creativa de la que gozaba en ese momento. Muchos se sintieron defraudados ante esto, de ahí la gran disparidad de críticas que tuvo la película, aunque yo la he asimilado como un paso más en su formación como cineasta. A pesar de las maneras y un cambio estético importante para/con su concepción del horror, las propiedades intrínsecas del Zombie cineasta están presentes: visceral pulso narrativo, sobre-exaltación visual de lo grotesco y esa personal y particular habilidad para ocasionar incomodidad. Creo que estamos ante un cineasta comprometido hasta el extremo con su ideario, aunque siempre dispuesto al aprendizaje y la evolución.

Bajo tu punto de vista, ¿crees que Rob Zombie es un cineasta respetado por la crítica “oficial” o de momento sólo goza del favor de los incondicionales del género fantástico? En cualquier caso, ¿piensas que Zombie busca el reconocimiento de la industria o, por el contrario, le agrada cierta marginalidad?

Creo que es de los nombres ligados al cine fantástico de la actualidad que más respeto ha obtenido por la crítica. Su tenaz compromiso con la vertiente más extrema del género está claro que no ha sido plato para todos los gustos, de ahí que muchas de sus películas sean tan alabadas como vilipendiadas. Sí es cierto que la incomodidad de sus discursos impide que sea tenido en cuenta en un ámbito general de la crítica especializada, pero su prestigio dentro del Fantastique queda fuera de toda duda. Respecto a la segunda cuestión que planteas, pienso que como autor sí ve con cierto agrado cualquier tipo de reconocimiento, aunque no entre dentro de sus deseos primordiales: es muy consciente de la sub-industria a la que pertenece su cine, la misma de esos cineastas que idolatra. Esto podemos extrapolarlo a sus otras facetas artísticas, donde ocurre exactamente lo mismo. Digamos que Zombie se siente cómodo y realizado como un artista muy simbólico en esa contracultura que él mismo idealiza, siendo consciente de que elevarse en ambiciones podría ser un error.



Zombie ha firmado su particular reboot de la saga Halloween de John Carpenter. Una serie ya muy codificada en la memoria cinéfila. ¿La ha llevado él a su terreno o se ha sometido a los dictados de lo ya existente?

Digamos que ambas opciones pueden considerarse como válidas. En Halloween. El origen (Halloween, 2007), primera parte de su díptico sobre Michael Myers, Zombie asume una responsabilidad de eterno respeto a la obra original de John Carpenter, cineasta al que adora y personalmente pidió permiso para verter sobre ella su privativo torrente visual. Rob quiso ampliar la figura icónica de Michael Myers ahondando en aquello que precisamente Carpenter no consideró necesario indagar, la infancia y supuesto origen de la maldad del villano. En esta primera película sí vemos muchos atisbos personales de las peculiares maneras de Rob, sobre todo en su calado visual, aunque en el último acto del metraje se centre sobre todo en repetir los planos y secuencias ya vistos en el film original. Las presiones y falta de independencia que le hizo sufrir Dimension Films le impidieron depurar a fondo una visión mucho más personal respecto a La noche de Halloween (Halloween, John Carpenter, 1978), a pesar de que el film, en esencia, acabó siendo una metódica revisión visual del slasher como (sub)género. En Halloween II (2009) cambiarían las tornas, ya que Zombie sólo aceptó realizarla bajo una libertad autoral que finalmente consiguió, logrando un estudio  surrealista, onírico y hasta en cierta medida melancólico de la personalidad del monstruo, una peculiar visión del psychokiller como icono contracultural. Posiblemente en esta segunda parte nos encontremos con el auténtico punto de vista que utiliza Rob Zombie para asimilar el slasher, lejos de cualquier atadura, donde “intoxica” el (sub)género con todo su ideario, para acabar dando forma a la película más compleja de su carrera.

Zombie ha tocado incluso el cine de animación. ¿Cómo encaja The Haunted World of El Superbeasto (2009) en su filmografía?

Una de las facetas de Rob Zombie, y mucha gente la desconoce, es la de la ilustración, que incluso le llevó a iniciar estudios relacionados con esta materia en su adolescencia. Aunque al final los abandonó, siguió muy íntimamente ligado a esta disciplina llegando incluso a ser un autor de cierto prestigio en el mundo del cómic. Así, desarrolló una pasión paralela por la animación y una fiel adoración por uno de los nombres más populares en esta vertiente, Ralph Bakshi, quien frecuentó un cine de animación más enfocado al público adulto, algo realmente chocante en un género que muchos ven como exclusivo para los más pequeños. Entonces, Zombie planteó hacer, a modo de divertimento, un film de animación en la línea adulta de Bakshi, aunque como en casi todo lo relacionado con Rob, la premisa se lleva hasta el exceso. Así, surge The Haunted World of El Superbeasto, basada en uno de los cómics de su propia creación y que puede considerarse dentro de su filmografía como un capricho casual, con poca relevancia respecto al resto de sus obras, pero donde revierte con una muy interesante vis cómica las constantes de su cine, con multitud de guiños y autoreferencias incluidas.



Artículos y entrevistas en publicaciones periódicas aparte, si no me equivoco tu libro sobre Rob Zombie es la primera monografía sobre este cineasta publicada a nivel mundial. Esta particularidad, y teniendo en cuenta que Zombie aún es un creador joven y en activo, ¿te ha hecho sentir una presión o una responsabilidad especial, al no tratarse de un cineasta fallecido? ¿O es indiferente?

Durante la escritura, por mi parte hubo un desconocimiento absoluto de la posible existencia o no de una monografía sobre Rob a nivel internacional. Es más, daba por hecho de que al menos en Estados Unidos sería fácil encontrar algún tipo de publicación sobre su figura. Sí es cierto que conocía el dato de que a nivel doméstico Rob Zombie. Las siniestras armonías de la sordidez iba a ser el primer libro publicado en España sobre el artista, lo cual en cierta medida  genera una responsabilidad: Rob es una celebridad con un número considerable de seguidores y es normal que el libro lleve implícito el deseo de que a todos ellos les aporte un contenido interesante. El problema que veo a la hora de publicar un ensayo sobre un cineasta no fallecido, es que si se trata de una figura de un calado tan marcado y estilo tan personal, habitualmente las formas y maneras artísticas varían con el paso del tiempo; con esto, quiero decir que una de las peculiaridades más interesantes del estudio de una filmografía es valorar el peso de cada obra dentro de ella, y si tratamos con una producción en continuo crecimiento la publicación corre el riesgo de quedar parcialmente obsoleta. Aun así, estoy contento porque mi valoración sobre el peso de Rob Zombie dentro del cine de género actual creo que ha quedado bien expuesta y planteada.



¿Qué dirías a aquella facción de la crítica que menosprecia el cine de Zombie tachándolo de zafio o mediocre? ¿Se precisa una sensibilidad especial para acercarse a su cine?

Como se suele decir, toda obra es susceptible de crítica y en cada análisis debe existir la libertad de opinión… Seguramente exista una parte de la crítica especializada que tendrá sus motivos y/o gustos para usar semejantes adjetivos, aunque también está claro que dentro de la misma vertiente de análisis hay muchos prejuicios hacia el cine fantástico en general, y a las altas dosis de extremismo en particular. En tu segunda cuestión creo que está la clave: creo que su arte es lo suficientemente válido para que cualquier persona con un mínimo de interés cinéfilo pueda saber apreciar las dimensiones de su simbología, aunque también es cierto que su cine parte de unos referentes muy específicos que disfrutarán más aquellas personas con unas inquietudes similares, no sólo en cuanto ideario o simbología, sino en lo que respecta a la forma de adentrarse en el horror en sus formas más excesivas.

¿Qué ha supuesto para ti, como autor, el salto desde internet al papel impreso? ¿Has notado diferencias entre ambos medios?

A la hora de escribir y afrontar los textos no me supuso mayor problema, a pesar de sufrir el cambio de medio a mitad de todo el proceso. La gran diferencia, haciendo una valoración global sobre la creación de la obra, es que la independencia que da un medio como Internet genera bastante más tranquilidad, cuando elementos como el límite de espacio o estilo narrativo vienen prácticamente relacionados con la libertad del autor. Pero es cierto que, a la hora de afrontar los textos como algo publicable a nivel físico parece surgir un mayor nivel de responsabilidad, ya que normalmente en el papel escribes para alguien externo, con quien quieres cumplir unas expectativas dadas de antemano. En esencia, no debería ocasionar ningún trastorno al trabajo final, pero sí creo que al menos bajo mi experiencia publicar en papel genera un compromiso extra.



Tras este prometedor debut, ¿tienes en mente más proyectos, algún otro libro?

Afortunadamente, al momento de escribir estas líneas, estoy inmerso en una obra de autoría colectiva dedicada al incombustible productor Charles Band y su mítica compañía Empire, que editan conjuntamente AppleHead Team y el equipo de Ultramundo. Grata experiencia para mí, ya que aquí es un placer compartir pluma con analistas de gran talento y me ha permitido adentrarme en cierta manera en el imaginario tan peculiar de Band y su ristra de extravagantes películas. Tengo en mente varias ideas para futuras publicaciones, que aún he de matizar y discurrir. De momento, puedo afirmar que todas ellas están relacionadas con el fantástico y el cine exploitation, tendencias en las que más a gusto me siento escribiendo.

¿Quieres añadir alguna cosa más, a modo de conclusión?

Agradecerte enormemente, Javier, la entrevista y el enorme interés que has mostrado en la publicación ya desde prácticamente su génesis. Y respecto a Rob Zombie. Las Siniestras armonías de la sordidez esperar que haga disfrutar tanto a los acólitos de Rob como  aquellos atrevidos cinéfilos que no conozcan nada de su polifacética carrera.